El primer rayo de sol atravesó la ventana, iluminando el caos que reinaba en el pequeño apartamento de Yu. Él despertó sobresaltado, aún en el sofá, con Liz durmiendo en su regazo. El agotamiento de la noche anterior seguía pesando en su cuerpo, pero no había tiempo para descansar. Ahora tenía una nueva rutina, una que aún no comprendía del todo.
Liz se movió ligeramente, y Yu se tensó. ¿Qué pasaría si empezaba a llorar de nuevo? No estaba seguro de estar listo para otra batalla de alimentación improvisada o pañales cambiados torpemente. **¿Cómo hacía la gente para vivir así todos los días?**, se preguntó.
Miró alrededor del apartamento, observando el desastre que lo rodeaba: ropa tirada, cajas vacías, bolsas de basura sin sacar. **Definitivamente no era un lugar para criar a un bebé**. Necesitaba organizarse, pero no sabía por dónde empezar. Liz soltó un pequeño gemido, y su estómago se revolvió de nervios. Parecía que el tiempo siempre estaba en su contra ahora.
Yu la observó por un momento, la pequeña mano de Liz apretando el borde de su camiseta mientras dormía. Se veía tan frágil y tranquila, una contradicción con la tormenta que él sentía por dentro. No podía evitar pensar en su hermano. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que se habían visto. Y ahora, en un giro cruel del destino, estaba cuidando a la hija que su hermano ya no podría ver crecer.
Se levantó con cuidado, asegurándose de no despertar a Liz, y la colocó sobre el sofá, rodeándola con almohadas como una especie de barrera improvisada. **¿Es seguro?** No estaba seguro, pero no tenía muchas opciones. Necesitaba despejarse y pensar.
Se dirigió al baño, mirándose al espejo. Tenía ojeras marcadas y el pelo desordenado, pero era su reflejo habitual. Aunque algo en su expresión era diferente, algo que no había visto en años: preocupación. No por él, sino por otra persona. Una pequeña vida que dependía de él.
Después de un breve momento de calma, volvió a la sala, recogió a Liz y la llevó a la cocina, donde preparó otro biberón. Con la bebé en brazos, intentó organizar su mente. **Necesitaba una estrategia**. Si iba a cuidar de Liz, no podía seguir viviendo así, en medio del caos.
**Primero, el apartamento**. El lugar estaba diseñado para una vida solitaria, no para un bebé. Liz necesitaría un espacio propio, y Yu tendría que deshacerse de gran parte del desorden. El pensamiento le causaba ansiedad. Las cosas viejas eran como anclas, lo mantenían atado a su rutina, pero también lo protegían de la realidad exterior. Ahora, esas anclas empezaban a hundirlo.
Mientras Liz bebía lentamente del biberón, Yu hizo una lista mental: limpiar el apartamento, comprar cosas para bebés, tal vez buscar ayuda en línea. Pero entonces se detuvo. **¿Ayuda en línea?** Eso significaba buscar en foros de padres, leer consejos de gente que ya había hecho esto antes. La idea de estar involucrado en conversaciones sobre pañales, cunitas y alimentación infantil le resultaba surrealista.
Aún así, encendió su computadora y empezó a buscar. **Cuidado de bebés recién nacidos**, escribió torpemente en el buscador. En cuestión de segundos, miles de resultados aparecieron. Algunos eran blogs de madres, otros guías profesionales, pero todos compartían algo en común: un abrumador número de tareas que ahora recaían sobre sus hombros.
**Cambios de pañales cada pocas horas. Establecer una rutina de sueño. Comprender las señales del bebé.** Yu sintió que le giraba la cabeza. Se dio cuenta de que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Tal vez podría llamar a alguien... pero **¿a quién?**. No tenía amigos cercanos ni familiares. Toda su vida había estado construida en torno a evitar esas conexiones.
Mientras leía, Liz empezó a moverse inquieta en sus brazos. Soltó un pequeño quejido y luego estalló en llanto. La primera vez que la había escuchado llorar en el hospital, Yu había sentido pánico. Pero esta vez, aunque seguía siendo abrumador, hubo una pequeña chispa de algo diferente en él. **No estaba completamente perdido**.
Se levantó y la meció suavemente, recordando algo que había leído en un artículo sobre cómo calmar a un bebé. Se sentía torpe, pero sorprendentemente, Liz comenzó a calmarse. Mientras su llanto disminuía, Yu experimentó una extraña mezcla de alivio y logro.
**Tal vez no estoy tan mal después de todo**.
Sin embargo, eso no quitaba el hecho de que estaba completamente solo en esto. En algún lugar, muy en el fondo de su mente, algo le decía que buscar ayuda no era una señal de debilidad. Pero otra parte de él se resistía. **Siempre había estado solo, siempre se las había arreglado por su cuenta. ¿Por qué cambiar ahora?**
Después de que Liz se quedó dormida de nuevo, Yu tomó su teléfono. Lo sostuvo por un momento, dudando. Quería escribir un mensaje, tal vez a un antiguo compañero de trabajo o algún vecino, pero no había nadie con quien realmente tuviera confianza para pedir ayuda. Guardó el teléfono de nuevo. No podía arriesgarse a mostrar su vulnerabilidad, ni siquiera en este momento.
La tarde llegó rápidamente, y aunque había logrado hacer pequeñas cosas como recoger parte del desorden, aún sentía que el peso de su responsabilidad era demasiado. Sabía que esto no era algo temporal. Liz iba a depender de él todos los días, durante los próximos meses y años. La vida que había conocido —la vida solitaria y cómoda que tanto había apreciado— ya no existía.
Esa noche, mientras Liz dormía en una improvisada cama hecha de mantas en el sofá, Yu se quedó despierto, mirando el techo, tratando de planificar. Sabía que los días por venir serían más difíciles, pero de alguna manera, una parte de él empezaba a aceptar esa nueva realidad.
Y aunque no lo admitiría aún, tal vez, solo tal vez, el silencio que tanto valoraba empezaba a llenarse de algo diferente. Liz, con sus pequeños quejidos y sonrisas adormiladas, se estaba convirtiendo en una parte fundamental de su vida. Algo que ni siquiera había esperado.
**El cambio estaba sucediendo**. Y Yu, por primera vez en mucho tiempo, no estaba huyendo de él.
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Cuando Todo Cambió por Liz
FanficYu Ishigami, un joven de 23 años que lleva una vida monótona y solitaria, se ve atrapado en una rutina de trabajar y jugar videojuegos, sin emociones fuertes ni grandes expectativas. Vive solo, en un pequeño apartamento desordenado, y evita el conta...