CAPITULO III

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—¡SWEET CAROLINE! ¡GOOD TIMES NEVER SEEMED SO GOOD! —Will y Seth usaban el mismo micrófono mientras seguían quebrando sus gargantas durante el tiempo que les quedaba dentro del lugar. Sean había salido por algunos segundos, dijo que necesitaba ir al baño.

—Al menos la están pasando bien —Thomas tomó otro trago de su cerveza y su pareja a un lado frunció el ceño.

—Estás bebiendo mucho —dijo haciendo una pequeña mueca.

—Mañana no tenemos que ir a la universidad.

—¿Y qué? Tienes que estudiar igual, no creo que quieras poner en riesgo tu promedio.

—Pero… está bien —rindiéndose, dejó la bebida en la mesita frente a ellos.

De repente, unos ruidos se comenzaron a escuchar fuera de la sala, como si de una persona corriendo se tratase, pasos rápidos, incesantes. Los dos jóvenes sobre el sofá compartieron unas miradas curiosas por mínimos segundos y Thomas se levantó de golpe observando alrededor de su habitación. Vio a Will y a Seth dejando el micrófono de lado, también estaban preocupados.

—¿Qué fue eso? —preguntó el moreno.

—Deben ser algunos trabajadores, aunque de todas las veces que hemos venido jamás hemos escuchado a alguien correr por ahí —respondió Will acercándose a la puerta.

—No la abras —dijo Thomas acercándose a él y tomar su muñeca cubierta por una chaqueta de cuero justo en el momento donde iba a rotar la perilla de la puerta.

—¿Qué?, ¿por qué?

—No sabemos si es solo un problema de empleados. Como están las cosas ahora en este pueblo lo más recomendable es tener cuidado y no actuar de forma imprudente.

—¿Cómo puedes hablar así tienes treinta litros de alcohol en el cuerpo?

—Estar alcoholizado no me hace más idiota.

Un nuevo sonido se hizo presente, esta vez parecía ser el de la puerta principal del establecimiento, fue abierta con brusquedad. Todos se sobresaltaron al sentir a esa persona pasar fuertemente frente a la habitación donde se encontraban. Ace se levantó también del asiento, dirigiéndose a los demás.

—Debemos ver qué es lo que pasa —dijo utilizando un tono más decidido.

—Por estas cosas seríamos los primeros en morir si existiera una epidemia zombi —comentó Seth.

—No estamos en una epidemia zombi, esa es la diferencia. Vamos.

Apartó a los dos chicos que cubrían la puerta y salió de la sala para encontrarse un pasillo desolado, observó a su derecha y no había nadie en la recepción. ¿Dónde se suponía que estaban los empleados? Las luces del fondo tintineaban, y afuera ningún transeúnte pasaba ni por casualidad.

Dio media vuelta para observar a los chicos, se alzó de hombros en señal de que no sabía qué sucedía, pero los gritos desgarrados de una mujer inundaron todo el establecimiento:

—¡Ayuda!, ¡por favor! ¡Que alguien me ayude!

—Viene de los baños —informó Thomas, que forzó un agarre en el hombro de su novio intentando ofrecer algún tipo de tranquilidad—, quédense aquí, ¿de acuerdo?

El pelinegro sin recibir respuesta de ninguno comenzó a correr siguiendo el sonido y los otros tres chicos vieron cómo se alejaba. El silencio espeso se hizo casi insoportable. Los gritos de la mujer cesaron, pero se seguían escuchando respiraciones agitadas que no provenían de ellos.

—Vamos —dijo Ace frunciendo el ceño mientras caminaba con rapidez.

—Nos dijo que nos quedáramos —recalcó Will, que ni siquiera había salido de la habitación.

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⏰ Última actualización: Oct 17 ⏰

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Who Is Muse? Analogías De Un Asesino [EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora