Capítulo 02: Las reglas y sus consecuencias.

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Doyoung caminaba por los pasillos, con las manos en los bolsillos de su impecable uniforme, pero su mente estaba en otra parte. Aún pensaba en su discusión con John. Odiaba cómo todo había escalado, pero más le molestaba el hecho de que, cada vez que discutían, una parte de él no podía dejar de admirar la actitud de su compañero de cuarto.

Sabía que no era apropiado pensar en esas cosas, no allí, no bajo las reglas estrictas que los envolvían en una constante presión. No cuando el reglamento tenía toda una sección condenando la homosexualidad.

Las reglas.

La palabra resonaba en su cabeza una y otra vez, una constante que parecía gobernar cada movimiento, cada respiro, cada decisión que tomaba dentro de esas paredes grises. Aunque era disciplinado por naturaleza, incluso él sentía el peso abrumador de lo que implicaba vivir en ese internado. No había espacio para errores, no había espacio para las emociones.

No había espacio para ser humano.

Mientras bajaba las escaleras en dirección al comedor, pudo notar la rigidez en los movimientos de sus compañeros. Cada estudiante caminaba con precisión casi militar, los hombros rectos, la mirada hacia adelante, en una coreografía perfectamente sincronizada. Ninguno de ellos se atrevía a mirar hacia los lados, ni a romper el silencio absoluto de los pasillos. Era sofocante.

Al llegar al comedor, Doyoung se sentó en una de las largas mesas, donde el resto de los estudiantes ya estaban en fila, esperando en silencio su turno para recibir la comida del día. Todo era demasiado sistemático. Sin un murmullo, los platos se entregaban en bandejas metálicas y los estudiantes se dirigían a sus asientos, uno tras otro. La comida, como de costumbre, era insípida y monótona, pero ese era el menor de sus problemas.

Frente a él, vio a Jaehyun con los ojos perdidos en su bandeja. Su compañero siempre tenía esa mirada ausente, como si su mente volara fuera de los muros del internado, hacia un lugar desconocido. Doyoung no podía evitar sentir envidia. Jaehyun, aunque era distraído, siempre parecía capaz de soñar más allá de esas reglas. Él, por otro lado, se encontraba atrapado entre su necesidad de cumplir y su deseo de rebelarse.

Sin embargo, lo que rompió el orden fue la llegada de Mark. Siempre inquieto, nunca siguiendo el guión, Mark cruzó el comedor con un andar relajado que rozaba lo desafiante, moviendo sus manos al ritmo de una canción que sólo él escuchaba en su cabeza. Doyoung lo observó con desaprobación. Sabía que ese tipo de comportamiento sería castigado si los profesores lo veían. Mark parecía ignorar esa realidad.

O simplemente no le importaba.

—Mark, baja la cabeza y compórtate, o nos meterás a todos en problemas —susurró Donghyuck, que caminaba junto a él. Aunque Donghyuck tenía una actitud relajada la mayor parte del tiempo, incluso él sabía cuándo no valía la pena desafiar las reglas.

Mark solo sonrió, pero ajustó su postura ligeramente, lo suficiente como para no atraer la atención de los supervisores que, como sombras, recorrían el comedor vigilando cada gesto, cada palabra no dicha.

Doyoung siguió comiendo en silencio, pero la tensión en el aire era palpable. El internado funcionaba como una máquina antigua, y cualquiera que intentara desentonar, aunque fuera mínimamente, pagaría el precio.

Mientras terminaban la comida, se escuchó un pequeño estruendo al final de la mesa. Jungwoo había dejado caer su tenedor, y en cualquier otro lugar eso no habría sido más que un incidente trivial, pero no allí. La mirada de uno de los supervisores se posó en él. Todo el comedor quedó en silencio, esperando ver lo que sucedería a continuación. Jungwoo, con una sonrisa tímida, intentó disculparse.

Eunoia | 𝙅𝙤𝙝𝙣𝘿𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora