Capítulo 04: La regla 19.

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Doyoung lo sabía. No era tonto. John estaba destacando en las clases, pero no era por su pasión repentina por las lecciones, ni por el interés en el contenido. Lo hacía para molestarlo, para demostrarle que podía ser tan brillante como él cuando quisiera... y tal vez incluso mejor. En cada clase, cuando John levantaba la mano para responder, el profesor lo alababa, y eso solo hacía que la rabia de Doyoung creciera.

La sonrisa satisfecha de John era lo que más lo irritaba, como si lo hiciera todo por un simple juego.

El idiota debería de estar planeando sus jugadas con el equipo de baloncesto, ese era su fuerte.

En Historia, John había dado una respuesta brillante sobre las tácticas de guerra medievales. El profesor prácticamente le había dado una ovación, y mientras John se recostaba en su silla con esa sonrisa juguetona, Doyoung sentía cómo sus dedos temblaban sobre la pluma. Lo está haciendo a propósito.

Pero lo peor vino después. Al salir de clase, Doyoung lo vio. John se acercó a Ten, el chico del club de poesía, con esa mirada traviesa que lo caracterizaba. Se inclinó hacia él, susurrando algo que hizo que Ten soltara una risa suave. Luego, el toque. John puso su mano sobre el brazo de Ten, un gesto que no estaba destinado a ser demasiado personal o íntimo. Doyoung lo vio todo, y cada segundo que pasaba sentía como si algo ardiera en su interior.

¿Está coqueteando con él?, pensó Doyoung, con el estómago retorciéndose en un nudo de celos.

Toda la tarde fue un tormento para Doyoung. No podía sacarse la escena de la cabeza. John, riéndose, tocando a Ten. ¿Por qué carajos le importaba tanto?

Esa noche, cuando entraron en la habitación que compartían, Doyoung seguía furioso. John, como siempre, se mostraba con esa sonrisa traviesa pintada en su rostro. Sin embargo, esta vez Doyoung no podía quedarse callado.

—¿Qué crees que estás haciendo? —explotó Doyoung, cerrando la puerta con fuerza.

John se giró, arqueando una ceja mientras se quitaba su saco.

—No sé de qué hablas. ¿A qué te refieres?

—No juegues conmigo —dijo Doyoung, cruzando los brazos con el ceño fruncido. —Estás coqueteando con Ten, justo delante de todos.

—¿Eso te molesta? —John soltó una risa baja, ladeando la cabeza.

—¡Claro que me molesta! —respondió Doyoung, dando un paso adelante, visiblemente molesto. —Sabes exactamente lo que haces, John. Siempre tratas de molestarme, como hoy en clase, con tus respuestas perfectas, cuando ambos sabemos que nunca has querido participar en clases. Y ahora coqueteas con Ten, como si... como si no te importara nada.

—Doyoung, ¿por qué te pones así? ¿Celoso, tal vez? —dijo, arrastrando las palabras mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

—No es eso... es... —Doyoung respiró profundo, intentando controlarse, pero las palabras se le escaparon. —Las reglas, John. La regla número 19.

—Ah, ¿la regla número 19? ¿La que prohíbe relaciones entre estudiantes del mismo sexo? —dijo John, imitando el tono de una lección. —¿Eso es lo que te preocupa? ¿Que me castiguen por coquetear con Ten?

—¡Claro que me preocupa! —gritó Doyoung, sin poder contenerse más. —¿Es que no entiendes lo que pueden hacerte? ¡Podrían castigarte, aislarte, hacerte esas sesiones de reeducación! Y todo por tu estúpido coqueteo...

—Oye, cálmate. No es para tanto. Además, si tanto te importa... ¿por qué no lo mencionaste después de lo que pasó anoche?

Doyoung sintió cómo el calor subía a su rostro. El beso. El maldito beso de la noche anterior. Lo había intentado olvidar, pero ahí estaba el idiota para recordarlo. John lo había mencionado con total despreocupación, como si no fuera algo que los podría meter en graves problemas.

Eunoia | 𝙅𝙤𝙝𝙣𝘿𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora