For The Dancing and The Dreaming

18 1 1
                                    

Once-ler no estaba acostumbrado a las visitas, la ciudad ya tenía sus zonas verdes, ¿Por qué alguien querría ir al bosque a dar una vuelta? Y no se diga del valle, a pesar de estar conectado uno con otro la gente prefería estar dentro de Thneedville y si acaso llegaban a salir nunca se salían del sendero. Supuso que se debía al miedo, era su territorio, si, pero no sé negaría a darles paso o hasta un tour si le pedían permiso para explorar sus terrenos.

Y si la ciudad necesitaba algo urgente siempre podrían llamarlo, el número del teléfono que tenía en su cabaña lo tenían casi todos, y teléfono celular nunca creyó necesario comprarlo, ¿Quién lo llamaría? Y aún así, el viejo teléfono de la cabaña casi nunca sonaba, y si lo hacía siempre era para lo mismo. Por eso para el guardian era lógico que la visita sorpresa del niño, que para incomodidad suya se llamaba igual que su difunto esposo, solo fuera cosa de una vez, pero no fue así.

Cada domingo, durante dos meses, Greed pedaleaba desde el centro juvenil hasta la cabaña del guardian, trayendo consigo algún postre o platillo pequeño que lograba alcanzar a comprar con su mesada de la semana, para luego quedarse dormido por un par de horas en el sillón de la sala. Las pláticas matutinas eran bastante agradables, pero hay algo que lo desconcertaba, ¿Las habitaciones en el centro juvenil no eran cómodas? ¿Ya necesitaban mantenimiento? ¿Un cambio de colchón quizás? No hallaba explicación para que Greed estuviera tan cansado como para dormirse tan facil.

Greed-ler tampoco creyó que su primera visita se volviera rutina de cada semana, no tenía planeado salir, usar una bicicleta, gastar la mesada casi a la hora de que se la daban, todo para llegar hasta la cabaña en el bosque donde sabía estaría Once-ler, pero sentía que era necesario. No le molestaba ir a visitarlo, le gustaba platicar con él, aunque luego tuviera que disculparse por quedarse dormido en el sillón. No conocía al esposo del guardian, pero ya lo odiaba, ¿Cómo alguien podía dejar solo a ese ser de luz que habitaba en el bosque? Unos días lo entendía, unos meses aún era pasable, ¿Pero años? Eso ya lo hacía merecedor de la muerte. Que fuera inmortal no significaba que podía irse a vagar por el mundo y volver cuando le diera la gana, esa tristeza que era muy bien disimulada en los ojos azules que le calmaban era muy evidente para él, ¡Y eso que era un niño!

El menor se levantó de su cama, esa noche no logró dormir más de una hora y quería desayunar antes de volver a encerrarse en su cuarto un par de horas más. Apenas era miércoles, tendría que arreglarselas para dormir aunque sea cuatro horas seguidas por noche y así no molestar a Once-ler en su visita semanal, no quería dormirse otra vez en el sillón. Bostezó, caminando a paso lento a través del jardín para llegar al edificio principal, el sueño era tanto que prefirió ir directamente al comedor en vez de pasar a darle los buenos días a la joven Wiggins en la recepción. Claro que, si lo hubiera hecho habría encontrado a la visita sorpresa.

-¡Tío! ¡Buenos días!-Abrazó rápidamente al guardian del bosque.

-Buenos días, Pamela.

-¿Has estado bien? Ya está empezando a hacer frío.

-Si, he estado muy bien. De hecho, vengo a revisar algunas cosas.

-¿Mmm? ¿Cómo que?-Lo miró con curiosidad.

-Ya sabes, los presupuestos para el mes, el de navidad también, el registro de los jóvenes...

-Ok. Te llevaré todo a tu oficina.

-Gracias. Y también, quería revisar el estado de los dormitorios.

-No es necesario, están perfectos.

-Si, pero, ¿Alguno de los jóvenes ha tenido problemas para dormir?

-No realmente, algunos se han tenido que dormir tarde por los estudios y por las entrevistas de trabajo, pero duermen bien. ¿Por qué la pregunta?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 15 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Hasta vernos otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora