La realidad.

3 0 0
                                    

El largo pasillo parecía interminable. Los pasos de aquél perla resonaban, mezclándose con el murmullo lejano del mar. Aunque el dolor en su mano, aún fresco por la reciente marca, la acompañaba, él siguió caminando hasta detenerse frente al número que ahora le pertenecía: 19873.

Este era su destino, un destino compartido con otras miles de perlas, todas esperando. ¿Pero qué? A pesar de haber superado la prueba, la duda se instalaba en su mente. ¿Debería sentirse orgulloso o bien prisionero de otro sistema que aún no comprendía?

Finalmente, cuando las luces del arrecife atenuaron; todas las perlas habrían cobrado vida, relajadas, calmadas. Ya no estaban hechas piedra en una pose que atrajera un superior. Finalmente eran ellas.

Lavender decidió salir a tomar aire, él quería conversar con esa figura que habría generado la duda en sí mismo.

De su pecho una orbe reluciente salió, formando lo que segundos mas tarde sería una perla de colores bellos, quien no tardo en regenerarse y tomar su forma final.

De repente, esa presencia se hizo notar. Una figura, una nueva gema que no conocía. Tenía el cabello anaranjado, que le enmarcaba el rostro, y sus cuatro brazos lo observaban con una mezcla de curiosidad y algo más difícil de descifrar.

—Veo que tienes dudas, Novato. No me habrías guardado de no ser así.— Pronunció con una dulce voz antes de que el contrario dijese nada. — Soy una Citrino en fase experimental.

— Así es... Me llamaste novato, aunque sabes que todas comparten una identidad...

— No eres el primero en pasar la prueba, en ser distinto... —dijo la perla con una voz suave pero cansada—, pero si las diamantes lo notan; dejarán de usar materiales experimentales y tal vez seas él último.

Lavender frunció el ceño, desconcertado por esas palabras, que habrían dado mas dudas que respuestas, sin saber si responder o quedarse en silencio.

—¿él último? —preguntó finalmente, más por impulso que por deseo de saber la verdad.

La perla asintió lentamente, pero antes de que pudiera añadir algo más, otra figura apareció desde las sombras del pasillo. Esta vez, era una perla más joven con la marca 19901. Sus ojos brillaban con una chispa maliciosa y una sonrisa ladeada apareció en su rostro.

—No la asustes, Alara —dijo la gema, dirigiéndose a la perla que había hablado primero—. Acaba de llegar. Dale tiempo para que se dé cuenta de lo que realmente significa estar aquí.

Lavender miró a Chris, sin poder sacudirse la sensación de que sabía más de lo que estaba dispuesto a revelar. A pesar de la sonrisa maliciosa, había un trasfondo de seriedad en su voz, y las palabras de Alara solo añadían más confusión a su mente.

—Tiempo es lo único que no tenemos, Chris —replicó Alara, cruzando los brazos. Su mirada permaneció fija en Lavender por un instante antes de que sus ojos se suavizaran.

—Lavender, ¿verdad? —preguntó finalmente, su voz perdiendo el tono de advertencia—. Hay cosas que necesitas saber, cosas que van más allá de simplemente pasar la prueba. Aquí no se trata solo de sobrevivir. Se trata de entender quién eres realmente.

El peso de sus palabras resonó en Lavender, quien sintió cómo un nudo se formaba en su estómago. Las dudas que lo atormentaban parecían ganar fuerza con cada frase.

—¿Qué es lo que tengo que entender? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y temor.

Chris dio un paso hacia él, su expresión burlona desapareciendo momentáneamente.

Simplemente DefectuosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora