quintus

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¿Él la tenía?

―Lo siento, soy Lando Norris, por cierto,— dijo, acercándose y extendiendo su mano.

Jimmy gruñó otra vez, y Sergio no estaba seguro de si estuvo a punto de no tomar su mano a causa del minino o por qué se sentía incómodo. Él no quería parecer un ratón asustadizo, sin embargo, por lo que agarró la mano de Norris para darle una rápida sacudida.

Lando la retiró, sonriendo.

—Así que Max tiene un nuevo amigo ¿correcto?
―Supongo que se puede decir eso.
―Bien.—Él rizado rió. —Entonces, ¿cuánto tiempo llevas aquí?
―Un par de meses.
―¿No te ha pateado todavía?
A Sergio no le gustaba este tipo.

—No. Estoy viviendo aquí con él.
―No, Ya lo sé. He vivido aquí, también, usualmente le doy un par de meses, después de que rompemos, antes de volver. Algunas veces hay alguien, la mayoría de las veces, no.

―¿Alguien, aquí?
Lando se mantuvo sonriendo.
—Bueno, ya sabes, a un multimillonario no le falta alguien para tener en sus brazos.

Este tipo parecía pensar que el pecoso estaba con el alfa por el dinero, que él quería ser un novio trofeo, intercambiando sexo por dinero y regalos.

Ese no era su caso, en absoluto y sonrió cuando él fue capaz de arrojar alguna luz sobre la situación a este tipo.

―En realidad, soy el compañero de Emilian. Él y yo estamos juntos, permanentemente.

La sonrisa en la boca de Lando se borró. —¿Qué?

―Sip, — dijo Sergio, sonriendo mientras pensaba sobre ello, ignorando el hecho de que empezó como la mierda, cómo el había dudado de Max cuando descubrió que estaba embarazado, todo eso. Cuando se enfocó en lo bueno; como en los ojos de Max cuando hacían el amor, la manera en la que sus labios se sentían cuando se besaban, eso hizo que se calentara y sintiera un hormigueo en su interior. Le gustaba ese sentimiento. Podría acostumbrarse a él.

―Eso es imposible. Un cambiaformas solo puede encontrar a su compañero si él o ella se queda...— Lando se apagó, y sus ojos se abrieron de par en par cuando de repente miró al estómago de Pérez. Él estaba tratando, probablemente, de determinar si el pequeño bulto era de gordura o de embarazo.

Sergio puso su mano sobre él, con instinto de protección, mientras el tipo permanecía mirando.  —Sí. Estoy embarazado. Soy un hombre embarazado. Todavía estoy acostumbrándome.

―Oh,— dijo Lando. —¿Te ha hablado Max sobre mí?

―¿Decirme qué?

―Que yo iba a volver. —Max no le había dicho nada sobre este tipo. El hecho de que Lando pareciera pensar que él tenía un lugar en esta casa, incluso después de enterarse que era el compañero del alfa neerlandés y estaba embarazado de su hijo era lo más extraño.

La Mascota Ronroneante del Multimillonario [LIBRO DOS] [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora