★彡[ᴇʟ ᴠɪᴀᴊᴇ]彡★

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𝕻𝖊𝖗𝖉ó𝖓 𝖕𝖔𝖗 𝖓𝖔 𝖆𝖈𝖙𝖚𝖆𝖑𝖎𝖟𝖆𝖗...

La luz del amanecer comenzó a teñir el cielo mientras un joven de cabello azabache caminaba por la costa, dejando atrás las arenas familiares de su pueblo

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La luz del amanecer comenzó a teñir el cielo mientras un joven de cabello azabache caminaba por la costa, dejando atrás las arenas familiares de su pueblo. Las palabras de Aquino resonaban en su mente: “Sigue hacia el oeste. Busca a Andreh .” A pesar del cansancio, había en él una energía nueva, como si el mismo océano lo estuviera impulsando hacia adelante.

El paisaje comenzó a cambiar conforme se alejaba del pueblo. Las rocas reemplazaban la arena, y los acantilados se alzaban imponentes a su derecha. El mar, a su izquierda, seguía rompiendo en olas tranquilas, pero Duxo sabía que detrás de esa calma superficial acechaban los misterios y peligros que aún no comprendía del todo.

Después de caminar varias horas, divisó una pequeña cabaña de madera en lo alto de un acantilado. La estructura parecía desgastada por el viento y la sal del mar, pero había humo saliendo de la chimenea, señal de que alguien vivía allí. Andreh, pensó Viktor, con una mezcla de esperanza y nerviosismo.

Subió con dificultad por un estrecho camino que conducía a la cabaña, sus piernas sintiendo el cansancio de la caminata. Al llegar a la puerta, dudó por un instante antes de golpear. El sonido resonó en el aire tranquilo y, después de unos segundos, la puerta se abrió lentamente, revelando a un chico de altura mediana y piel blanca, con el cabello rojo y unas mechas de color blanco. Sus ojos, de un rojizo brillante, lo miraron con desconfianza.

—¿Quién eres y qué quieres? —preguntó el chico con voz nerviosa.

Duxo observó al chico antes de hablar.

Me llamo Duxorethey, vengo desde el pueblo al este —comenzó, recordando las palabras de Aquino—. Estoy buscando a un hombre llamado Andreh. El tritón,ehh, Aquino me envió aquí.

Al mencionar el nombre del tritón, El pelirrojo alzó una ceja y su expresión cambió de desconfianza a una curiosa mezcla de sorpresa y respeto. Abrió la puerta de par en par y señaló con la cabeza para que Duxo entrara.

Así que Aquino te ha enviado —murmuró Andreh, mientras cerraba la puerta tras de sí—. Pocas personas en esta costa pueden decir que lo han visto, y menos aún que han sido enviados por el.

La cabaña era sencilla, con pocos muebles y adornos, pero estaba llena de mapas y viejos pergaminos esparcidos por una mesa. Una pequeña hoguera ardía en una esquina, dando algo de calidez al lugar.

—¿Por qué te envió el? —preguntó el chico conlos ojos  rojos, con los brazos cruzados mientras estudiaba a Duxo de arriba abajo—. No parece que seas un hombre del mar.

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⏰ Última actualización: Oct 23 ⏰

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