III

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𝐑𝐄𝐒𝐄𝐑𝐕𝐀 𝐓𝐔𝐒 𝐏𝐑𝐄𝐆𝐔𝐍𝐓𝐀𝐒

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𝐑𝐄𝐒𝐄𝐑𝐕𝐀 𝐓𝐔𝐒 𝐏𝐑𝐄𝐆𝐔𝐍𝐓𝐀𝐒

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El agua fría lo despertó de golpe, un shock que lo hizo saltar en la cama. La sorpresa se convirtió en furia al ver a Samael, mirándolo con una mueca de disgusto. Una mano fuerte lo jaló de la cama, arrastrándolo hacia el suelo. Tilin se despertó sobresaltado por los gritos, rodando hacia un lado.

Quackity se quedó aturdido, la sensación de frío aún recorriendo su piel. Se dio cuenta de que no tenía puesta su máscara, su rostro estaba completamente expuesto. El pánico lo invadió, nadie debía ver su rostro, nadie, ni siquiera los muertos.  Rápidamente tomó una almohada y se la lanzó a Samael en la cara, cubriendo su rostro mientras se ponía la máscara con rapidez. Empujó a Samael fuera de la habitación y soltó un suspiro de alivio.

Se dio la vuelta para vestirse. Su chamarra, gorro y pantalones, su uniforme de siempre. Tomó a Tilin en brazos y le acomodó el moño, dejándolo alto y recto. Se quedó pensativo, observando el cascarón del huevo. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro. Tomó un bolígrafo de los cajones y comenzó a dibujar una cara feliz en la cáscara, igual a la de su máscara. Ahora, el cascarón tenía una carita sonriente "=]".

Salió de la habitación con Tilin sentado en una de sus maletas. Vegetta lo esperaba en la puerta. Lo saludó con una sonrisa y le entregó un par de galeones. 

Para que te compres algo para comer en el tren— dijo Samael—ya no hay tiempo para desayunar en el hotel.

Ambos salieron del hotel hacia el callejón Diagon. Vegetta parecía preocupado, murmurando sobre lo poco que había comido Leo. Tilin, sin embargo, parecía tranquilo, frotándose contra la ropa de Vegetta como si tratara de tranquilizarlo.

Fuera del callejón Diagon, Vegetta tomó un taxi para llegar más rápido a la estación. El viaje fue divertido, el taxista también era mexicano y se la pasaron hablando de leyendas urbanas en una batalla de boxeo. El charro negro y la llorona, claramente ganaba el charro negro.

Llegaron a la estación cinco minutos antes de la salida del tren. Quackity vio a un chico con lentes, solo junto a un pelirrojo que parecía apunto de tener un ataque de pánico.

Junto a Vegetta, tomaron un carrito para equipaje y se dirigieron al andén 9¾.  No tuvieron que hacer mucho esfuerzo, solo atravesar una pared sin que los muggles los notaran. Los muggles parecían estar en su propio mundo, hablando entre ellos, sin darse cuenta de la magia que los rodeaba.

Quackity se quedó boquiabierto al ver el gran tren que lo llevaría a su nueva escuela. Una mano se posó en su hombro, llamando su atención.

—Iré a dejar tu equipaje, esperame aquí y no hagas nada que me haga usar Accio en tus bolsillos—dijo Vegetta, con una sonrisa pícara.

𝐌𝐔𝐃𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃| 𝘏𝘢𝘳𝘳𝘺 𝘗𝘰𝘵𝘵𝘦𝘳 & 𝘘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora