• CAPÍTULO 5 •

0 0 0
                                    

“Que bien nos vendría un abrazo que nos acomode un poco. Que nos haga ver que no estamos tan solos. Tan locos. No tan rotos”

~Mario Benedetti.

•BAILE DE LA FELICIDAD•

Eran las cuatro de la tarde y estábamos esperando el autobús que nos llevaría a nuestro nuevo mundo. O al menos así lo veía yo.

Estaba tan nerviosa. Era la primera vez en varias cosas. Viajaría y me mudaría a una nueva ciudad. Incluso era la primera vez que viajaría en autobús.

— Hey... ¿estás nerviosa? — Mike interrumpió mis pensamientos.

— ¿Quién yo? Pff, para nada. No, estoy increíblemente aterrada.

— Mhm sí, casi no se te nota.

Y llegó el momento. El momento de dejar mi pasado atrás y comenzar de nuevo, y era algo aterrador. Dejar todo lo que conocía y a las personas que conocía atrás. Me sentía mal, pero no podía vivir una vida que no me gustaba, o extrañamente sentía que no me pertenecía.

Transitar por esa larga carretera se me hacía entretenido. Aunque a Andrew, Mike y el resto de los pasajeros no pensaban igual que yo. La mayoría de las personas iban en un profundo sueño incluyendo a Andrew y a Zeus — sí, dejaron que el cachorro subiera al autobús y sí, ya tiene nombre —. Mike, en cambio iba despierto pero se le notaba bastante aburrimiento, solo iba mirando el celular.

— Oye, viste esa estatua de allá ¡es preciosa! — pasábamos por otra ciudad, pero igual era muy bonita — Oh, y está hermoso ese jardín. Son figuras o... ¡animales! Sí creo que eso son.

— ¿Me estabas hablando? — dijo quitando uno de sus audífonos de sus oídos.

Hijo de tu chingada...

— ¡Mike! ¿No me escuchaste? — de hecho, fue más afirmación que pregunta.

— ¿No viste mis audífonos o qué?

— No respondas pregunta con pregunta, es molesto, y no. No los ví.

— Ok ya — se acomodó mejor en el asiento y me miró —. Te escucho.

— Ya vamos muy lejos — hice un puchero y lo miré mal. 

— ¿Lejos para qué?

— Nada, Mike, olvídalo.

— No te molestes, sí. Oye, ¿quieres gomitas?

— Sí, como sea — no quité mi perfecta y amargada cara.

— Hay ya, quita esa cara ¿quieres?

— Dame las gomitas y ya ¿quieres?

— Andas de un humor contagioso.

— Estaba feliz y de buen humor, hasta que me lo quitaste — miré la ventana y seguí mirando el camino.

—¿Hay algo más que te robé? — pregunta que me extraño.

—  Nada más, al menos.

— Oh, que mal. 

— ¿Y por qué está mal? — fruncí el ceño, irritada. Agh, odiaba que a él le encantara irritarme.

— Porque tú no solo me robaste la habitación, también mi corazón.

¡¡Aww que lindo!!

Ok, volviendo al tema.

Lentamente me di la vuelta de nuevo mirando a la ventana analizando la situación.

Él era un chico, que me había dicho que le había robado el corazón. Sí, era muy normal...

Perfección Donde viven las historias. Descúbrelo ahora