“Que bien nos vendría un abrazo que nos acomode un poco. Que nos haga ver que no estamos tan solos. Tan locos. No tan rotos”
~Mario Benedetti.
•BAILE DE LA FELICIDAD•
Eran las cuatro de la tarde y estábamos esperando el autobús que nos llevaría a nuestro nuevo mundo. O al menos así lo veía yo.
Estaba tan nerviosa. Era la primera vez en varias cosas. Viajaría y me mudaría a una nueva ciudad. Incluso era la primera vez que viajaría en autobús.
— Hey... ¿estás nerviosa? — Mike interrumpió mis pensamientos.
— ¿Quién yo? Pff, para nada. No, estoy increíblemente aterrada.
— Mhm sí, casi no se te nota.
Y llegó el momento. El momento de dejar mi pasado atrás y comenzar de nuevo, y era algo aterrador. Dejar todo lo que conocía y a las personas que conocía atrás. Me sentía mal, pero no podía vivir una vida que no me gustaba, o extrañamente sentía que no me pertenecía.
Transitar por esa larga carretera se me hacía entretenido. Aunque a Andrew, Mike y el resto de los pasajeros no pensaban igual que yo. La mayoría de las personas iban en un profundo sueño incluyendo a Andrew y a Zeus — sí, dejaron que el cachorro subiera al autobús y sí, ya tiene nombre —. Mike, en cambio iba despierto pero se le notaba bastante aburrimiento, solo iba mirando el celular.
— Oye, viste esa estatua de allá ¡es preciosa! — pasábamos por otra ciudad, pero igual era muy bonita — Oh, y está hermoso ese jardín. Son figuras o... ¡animales! Sí creo que eso son.
— ¿Me estabas hablando? — dijo quitando uno de sus audífonos de sus oídos.
Hijo de tu chingada...
— ¡Mike! ¿No me escuchaste? — de hecho, fue más afirmación que pregunta.
— ¿No viste mis audífonos o qué?
— No respondas pregunta con pregunta, es molesto, y no. No los ví.
— Ok ya — se acomodó mejor en el asiento y me miró —. Te escucho.
— Ya vamos muy lejos — hice un puchero y lo miré mal.
— ¿Lejos para qué?
— Nada, Mike, olvídalo.
— No te molestes, sí. Oye, ¿quieres gomitas?
— Sí, como sea — no quité mi perfecta y amargada cara.
— Hay ya, quita esa cara ¿quieres?
— Dame las gomitas y ya ¿quieres?
— Andas de un humor contagioso.
— Estaba feliz y de buen humor, hasta que me lo quitaste — miré la ventana y seguí mirando el camino.
—¿Hay algo más que te robé? — pregunta que me extraño.
— Nada más, al menos.
— Oh, que mal.
— ¿Y por qué está mal? — fruncí el ceño, irritada. Agh, odiaba que a él le encantara irritarme.
— Porque tú no solo me robaste la habitación, también mi corazón.
¡¡Aww que lindo!!
Ok, volviendo al tema.
Lentamente me di la vuelta de nuevo mirando a la ventana analizando la situación.
Él era un chico, que me había dicho que le había robado el corazón. Sí, era muy normal...
ESTÁS LEYENDO
Perfección
Novela JuvenilSí, podemos decir dos cosas importantes que hacer para tener una buena vida. 1) Obedecer a nuestros padres. 2) Ser mejor persona cada día. Pero, ¿qué sucede si obedecemos, para ser buenas personas? O peor aún, para ser perfectos. Sí, Stella John...