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La conozco desde que tengo memoria, nuestras madres fueron mejores amigas y así también fuimos nosotros.

Hacíamos todo juntos y pasábamos mucho tiempo juntos también.

En algún momento, mis sentimientos de amistad y camaradería se torcieron y cambiaron de forma abrupta.

Dejé de verla como una amiga y eso me asustó.

Durante el año siguiente a mi descubrimiento, traté de ignorar lo que mi corazón anhelaba: confesarme y decirle cuánto me gustaba.

— ¡Leelecito! — me tensé cuando ella colocó su brazo al rededor de mis hombros y me atrajo a su cuerpo para caminar a mi lado.

— No me esperaste hoy, tramposin.

— Dijiste que no ibas a ir... — miré hacia otro lado, ¿tenía que ponerse tan cerca? — Hace calor, aléjate un poco. — la empujé suave con mi hombro.

— Cambié de opinión a último momento, peque. — sacudió mis cabellos, alejándose.

— ¿Por qué?

— Por ti

— ¿Por mí? — Detuve mi paso, ¿a qué se refería?

Ella se cruzó de brazos y volteó a verme

— ¿Crees que no lo sé? — Sonrió de lado.

¿Saber? ¿Saber? ¡¿Saber qué?!

— N-No sé a qué te refieres. — me aferré a las correas de mi mochila y seguí mi camino.

— Asa, tu compañera — me siguió.

— ¿Qué hay con ella?

— Te ha estado dejando notas, ya me enteré.

Me volví rojo y la miré, deteniendo mi paso de nuevo.

Se refería a las notas que Asa dejaba en mi casillero hacía una semana, donde básicamente decía que yo le gustaba. Notas que le había estado ocultando.

— ¿Cómo te enteraste?

— Verás, yo estaba hace un momento en mi cama, decidida a tener mi fin de semana largo, hasta que me envió un mensaje diciéndome que hoy se te confesaria, que lo había planeado durante mucho tiempo y que por favor te dejara solo por un momento para que ella pudiera hacerlo. — se puso frente a mí y colocó sus manos sobre mis hombros. Temblé. — Leelecito, no pienso dejarte solo con esa aprovechada.

— ¿A-Aprovechada?

— Obviamente lo único que busca es quitarte la inocencia.

— ¿Eh?

— Ya sabes, aprovecharse de tú pequeño cuerpito.

— ¡¡Isa!! — la aparté totalmente avergonzado — Asa no es así, ella es una buena chica. — Me crucé de brazos — Puedo solo con esto, no hace falta que hagas acto de presencia para que yo la rechace.

Sonrió ampliamente.

— ¿La vas a rechazar? ¡Eso es genial, entonces! — empezó a caminar.

— ¡Alto! — corrí a su lado — ¿Eso te alegra?

— Obviamente, dah.

— ¿Por? — la retuve tirando de su brazo. Una esperanza naciendo en mi, tal vez no era el único que se sentía así, tal vez ella siente lo mismo, quizá también sus sentimientos han cambiado.

— ¿No es obvio? — sujetó mis mejillas entre sus manos — No me gustaría que mi pequeño Leelecito terminara con una depravada como esa. Aún eres un niño para mí. — me soltó y siguió caminando hacia la entrada del colegio, donde más chicos comenzaban a amontonarse.

Aún eres un niño para mí.
Aún eres un niño para mí.
Aún eres un niño para mí.
Aún eres un niño para mí.
Aún eres un niño para mí.
Aún eres un niño para mí.

Aún...

Niño...

¿Para ti...?

Esto no podía ser, ya no podía soportar más, ¡qué locura!

Yo pensando en ella por incontables noches de manera romántica y ¿sólo me considera un niño?

Cerré mis manos en puños y agaché mi cabeza, esto se acabó.

No podía esperar un día más, no podía seguir siendo su niño un día más.

Mírame, Isa, soy un hombre, un hombre de 16 años, pero hombre al fin. Mis sentimientos son reales y también mis intenciones, no son juegos del niño que ves en mí.

Sin más, corrí hacia ella.

Sólo te pido una cosa, noona, sólo una cuando me confiese: por favor, no veas sólo a un niño atrapado entre sueños y fantasía, por favor, mirame como alguien tratando de alcanzar a quién ama.

Así fue que atravesé a todos esos estudiantes, sujeté su brazo, y aún con la mirada gacha, me confesé sin esperar un segundo.

— ¡Me gustas!

Me quedé un momento estático, esperando por una respuesta. Ya no importaba si me había puesto en vergúenza frente a todos esos estudiantes. No importaba, porque al fin me había sacado un gran peso de encima.

— ¿Eh? ¿Y tú quién eres?

Tragué duro... Esa no es precisamente la voz de Isa, o de una mujer en sí.

Alcé mi cabeza y esa no era precisamente la voz de Isa, pues, porque no era Isa.

Había capturado al sujeto equivocado.

Mi vista se amplió, Isa estaba a unos pasos más adelante y me miraba totalmente sorprendida, al igual que todos a nuestro alrededor.

Fue inevitable, sentí tantos nervios, que caí al suelo desmayado.

©LYSDijoElRM

no tan heterosexual | gongfourz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora