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Los días seguían avanzando, y con ellos, algo más empezaba a florecer entre Sunghoon y Jiyeon. No era algo que surgiera de un gran evento o una conversación profunda, sino de pequeños momentos que compartían. Cada gesto, cada sonrisa, y cada palabra que intercambiaban les acercaba más. Para Jiyeon, esos momentos se sentían como si fueran inevitables, naturales.
El tiempo que pasaban juntos no estaba planeado, pero sucedía de una manera que hacía que cada día se sintiera como una continuación del anterior, sin pausas incómodas ni distancias innecesarias. Todo parecía encajar de nuevo.
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Era martes, un día como cualquier otro. Jiyeon decidió quedarse en la biblioteca después de clases, con los auriculares puestos y la vista fija en un libro que apenas lograba concentrarse en leer. El ambiente era tranquilo, casi demasiado silencioso, hasta que sintió que alguien se sentaba frente a ella.
Al levantar la vista, vio a Sunghoon, quien le sonrió suavemente.
“¿Interrumpo?” preguntó, aunque ya se había acomodado en la silla, dejando su mochila a un lado.
Jiyeon negó con la cabeza, quitándose los auriculares. “No, estaba perdiendo el tiempo más que leyendo.”
Sunghoon miró el libro que tenía entre las manos y arqueó una ceja. “¿Matemáticas? Vaya, no esperaba eso.”
Jiyeon dejó escapar una risa suave. “No es como si tuviera muchas opciones. Hay un examen pronto, y ya sabes que esto nunca ha sido mi fuerte.”
“Lo sé,” dijo él, recordando de inmediato todos esos momentos en los que, de niños, Jiyeon se frustraba con las matemáticas y le pedía ayuda. Era inevitable que recordara aquellas tardes después de clases en las que terminaban discutiendo más sobre cómo se resolvía un problema que sobre cualquier otra cosa.
“¿Te ayudo?” preguntó Sunghoon, señalando el libro.
Jiyeon lo miró con una mezcla de sorpresa y gratitud. “¿De verdad? No quiero quitarte tiempo.”
“Claro que sí,” insistió él. “Además, siempre se me dio bien esto.”
Se sentaron juntos, con los libros abiertos entre ambos. Mientras Sunghoon explicaba, Jiyeon no podía evitar notar cómo su tono de voz era suave, paciente. No había cambiado mucho desde que eran niños. Se mantenía enfocado, pero relajado, lo que la hacía sentir cómoda. Sin darse cuenta, dejó de preocuparse por el examen y se concentró más en cómo, incluso en esos momentos, Sunghoon parecía hacer todo más fácil.
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Después de un rato estudiando, decidieron salir a caminar un momento, estirando las piernas tras haber estado tanto tiempo sentados. El sol de la tarde caía suavemente sobre el horizonte, iluminando todo con un cálido resplandor dorado. El viento soplaba, agitando las hojas de los árboles y despeinando un poco a ambos.
Mientras caminaban, Sunghoon notó que uno de los cordones del zapato de Jiyeon se había desatado. Ella parecía no haberlo notado, así que, sin decir nada, Sunghoon se detuvo y se agachó para atarlo.
Jiyeon se detuvo al sentir el tirón y lo miró, sorprendida por el gesto.
"¿Qué haces?" preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
"Estaba desatado," respondió Sunghoon, concentrado en atar el nudo con firmeza. "No quiero que te tropieces."
Podía ser algo pequeño, pero lo que impactó a Jiyeon no fue el acto en sí, sino la naturalidad con la que Sunghoon lo hizo. No lo pensó dos veces, solo actuó. El Sunghoon de antes estaba presente en cada uno de esos pequeños detalles, y eso la conmovía más de lo que quería admitir.
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𝙰 • 𝙻𖹭𝗏𝖾 • 𝚄ⴖ𝗍𝗈ᥣᑯ ˗ˏˋ 𝚂υⴖ𝗀ɦ𝗈𝗈ⴖ ˎˊ˗
ФанфикLa vida de Sunghoon da un giro inesperado cuando recibe una serie de cartas anónimas, que sacan a la luz viejos recuerdos y emociones reprimidas. A medida que las cartas revelan fragmentos de una conexión perdida, él se enfrenta a la realidad de su...