Ni las decisiones de sus padres pudieron separar el amor que unía a Shoto y Gea en su juventud. Años después, el destino los vuelve a cruzar en circunstancias inesperadas.
Trabajando en la empresa de uno de los mejores héroes, se encuentra cara a ca...
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G E A
—¿Gea?
Volteé, mirando a Tsubaki con una expresión preocupada. No respondí nada, por lo que ella se acercó y se sentó a mi lado, en el césped de su jardín.
—Los niños están dormidos, deberían quedarse a dormir. —me sugirió en un tono suave, acariciando mi espalda. —¿Qué pasa?
El cigarrillo que tenía en mis dedos se consumía lentamente, inhalé el humo, sintiendo el sabor amargo que se impregnaba en mi boca.
—Creí que lo habías dejado. —Shin se acercó a nosotras, sentándose al lado de mi hermana.
—Hoy hablé con Creati. —noté como se sorprendieron. —Accidentalmente presencié el momento en el que despidieron a Hara y Murata.
—¿Así que fue cierto? —asentí, mientras daba otra calada. —Cuando finalicé mi turno, el teléfono sonó, era Creati, quería que la asistiera, como fuí la única que presenció lo que pasó, no quería más rumores. Pero después me ofreció el puesto como su secretaria. —terminé de contar.
—¡Pero es una excelente noticia! —trató de animarme Tsubaki. —No importa si es un turno más largo, sabes que no me molesta cuidar a los niños.
—No es eso. —fruncí el ceño, mirando a la pareja con los ojos llorosos. —¿Por qué parece que el mundo me quiere cerca de él?
—Gea... —la castaña me rodeó con los brazos, dándome un abrazo reconfortante. —Quizás sea una señal para poder cerrar esa herida del pasado.
El cielo estaba nublado, cubierto por una niebla espesa que parecía envolvernos en nuestro propio mundo, lejos de las responsabilidades que siempre nos perseguían. Estaba de pie en la azotea, esperando. Sabía que él vendría, siempre lo hacía, aunque esta vez había algo distinto en el aire. Quizás fue la urgencia en mi mensaje o la forma en que nuestros caminos se habían separado estas últimas semanas.
Cuando Shoto finalmente apareció, no necesitó decir una palabra. Solo nos miramos, y en sus ojos, pude ver la misma confusión y el mismo dolor que yo sentía. Ese trabajo, su carrera como héroe, todo lo que lo mantenía ocupado y distante... y yo, atrapada en la realidad de un mundo que nunca nos permitiría estar juntos sin consecuencias.
