Ni las decisiones de sus padres pudieron separar el amor que unía a Shoto y Gea en su juventud. Años después, el destino los vuelve a cruzar en circunstancias inesperadas.
Trabajando en la empresa de uno de los mejores héroes, se encuentra cara a ca...
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G E A
La suave melodía del piano llenaba el aire mientras los invitados se movían elegantemente por el salón. La cena de agradecimiento por el evento en I-Island había comenzado, y aunque todo a mi alrededor era espléndido, yo me sentía fuera de lugar.
Observé a los demás desde la esquina donde estaba sentada, con un vaso de agua en mis manos que no había tocado. Creati estaba ocupada conversando con un grupo de héroes prominentes, pero me había dicho que se reuniría conmigo más tarde. Su amabilidad y la forma en que me había acogido desde que empezamos a trabajar juntas me recordaba constantemente que, fuera de todo lo que estaba ocurriendo, había encontrado a una amiga en ella.
"Puedes llamarme Momo", me había dicho antes de salir al evento, con una sonrisa cálida y sincera. Sentir ese tipo de conexión con alguien, más allá del trabajo, era algo que no me había permitido en mucho tiempo. Pero aún así, la sensación de culpa persistía en mí.
Mi mirada se desvió a la mesa donde Shoto estaba sentado con Kori y Ren. Ambos estaban emocionados, hablando sin parar sobre la cena, los héroes, y todas las cosas nuevas que habían visto durante el evento. Shoto sonreía suavemente mientras los escuchaba, con una atención que nunca había visto antes en él, como si todo en el mundo fuera insignificante comparado con ese momento con nuestros hijos.
Mi pecho se apretó.
Ellos lo querían. Y lo entendía. Pero... ¿cómo podía yo aceptar tan fácilmente lo que Shoto quería ahora, después de tantos años separados, después de todo lo que había pasado? El peso de mis errores, la culpa por haber mantenido a Ren y Kori alejados de su padre, y la sensación constante de no ser suficiente, me impedían simplemente abrazar la posibilidad de ser una familia.
Momo se acercó en ese momento, su vestido negro ondeando ligeramente con el movimiento. Se veía radiante, pero su mirada estaba fija en mí, preocupada.
—¿Estás bien? —preguntó con suavidad, sentándose a mi lado.
Me forcé a sonreír. —Sí... solo han sido unos días largos.
