capitulo 8

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Capítulo 8: Rivalidad

La llegada de Leo

Con el éxito del torneo de baloncesto aún fresco en su mente, Alex se sentía más seguro y motivado que nunca. Sin embargo, esa confianza pronto se vería desafiada con la llegada de Leo, un nuevo estudiante que se había trasladado a la escuela justo después del torneo. Leo no era solo un buen jugador; era conocido en su antigua escuela por ser un competidor feroz y decidido a demostrar su valía.

Desde su primera clase, Leo hizo una entrada triunfal. Su carisma y habilidad para atraer la atención de sus compañeros eran evidentes. Los rumores sobre su talento en el baloncesto comenzaron a circular rápidamente. En la cafetería, Alex escuchó a sus amigos comentar: “Dicen que es increíble en la cancha, y que ya ha ganado varios campeonatos en su antigua escuela”. Las palabras resonaban en su mente, sembrando una mezcla de curiosidad y competitividad.

El primer encuentro

El primer encuentro de Alex con Leo ocurrió durante un entrenamiento. Cuando entró al gimnasio, se dio cuenta de que Leo ya estaba allí, lanzando el balón con una precisión impresionante. Su forma de jugar era elegante y poderosa, y Alex no pudo evitar sentir una punzada de competitividad. Mientras Leo encestaba una y otra vez, un grupo de estudiantes lo rodeaba, animándolo.

“¿Quién es ese chico?”, murmuró Alex a Miguel, que se encontraba a su lado. “Es Leo. La gente dice que es muy bueno. Tendremos que demostrarle que no es el único”, respondió Miguel, con una mirada decidida. La rivalidad estaba sembrada, y Alex sintió que tendría que demostrar su valía frente a este nuevo competidor.

La confrontación

Después de unos minutos de práctica, Leo se acercó al grupo de Alex. Con una sonrisa desafiante, dijo: “He oído que el equipo de baloncesto de este lugar es bueno, pero espero que estén listos para un verdadero desafío. No vine aquí para perder”. Su tono era amistoso, pero había un aire de competencia en su voz que encendió algo en Alex.

“Nosotros también estamos aquí para ganar”, respondió Alex, sintiendo la adrenalina fluir. Era la oportunidad perfecta para medir fuerzas con alguien que lo empujara a ser mejor. Leo lo miró de reojo, y en ese momento, una rivalidad comenzó a gestarse. La química entre ellos era palpable, y ambos sabían que esto podría ser el inicio de una intensa competencia.

Entrenamientos intensos

A medida que las semanas pasaban, Alex y Leo se encontraron en múltiples sesiones de entrenamiento. Cada vez que jugaban juntos, la intensidad aumentaba. Se empujaban el uno al otro, compitiendo por ser el mejor. Alex notó que Leo tenía un estilo agresivo y una ética de trabajo incansable. Cada vez que uno anotaba, el otro respondía con una jugada aún más impresionante.

El entrenador observó la rivalidad y decidió aprovecharla. “Esto es bueno para el equipo. Necesitamos esa competitividad para crecer”, les dijo. Con la presión aumentando, ambos jugadores comenzaron a esforzarse aún más, lo que elevó el nivel del equipo en general. Las prácticas se convirtieron en un verdadero campo de batalla, con ambos jugadores luchando por el reconocimiento y la gloria.

La chispa de la competencia

Una tarde, durante un entrenamiento, el ambiente se volvió tenso. Después de una jugada, Alex se sintió frustrado por un error que cometió, y en un momento de impulsividad, se acercó a Leo. “¿Por qué tienes que ser tan arrogante? Esto no es solo un juego para mí”, le lanzó, sintiendo que la rivalidad estaba comenzando a afectar su concentración.

Leo lo miró fijamente, sorprendido. “¿Arrogante? Solo estoy tratando de ganar. Tal vez deberías intentar competir en lugar de quejarte”, replicó, su mirada desafiante. La chispa de la competencia estaba encendida, y ambos jugadores sabían que no podían retroceder. Sin embargo, este intercambio solo sirvió para intensificar su deseo de demostrar quién era el mejor.

El Ascenso del ElegidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora