La crisis en Orario

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La noche anterior había sumido a Orario en un caos sin precedentes, pero el amanecer, lejos de traer alivio, solo intensificó la tensión. Una calma engañosa se cernía sobre la ciudad, apenas ocultando el creciente malestar que se agitaba entre los aventureros como un mar embravecido.


En las entradas del calabozo, los miembros de segunda clase de la familia Ganesha montaban guardia. Sus rostros sombríos y sus armas en ristre revelaban la gravedad de la situación. Con ojos alertas y desconfiados, escudriñaban a cada aventurero que osaba acercarse. La orden era inflexible: ningún aventurero de nivel inferior a 3 podía adentrarse en las profundidades. Esta restricción sin precedentes alimentaba los rumores que se propagaban por la ciudad como un incendio descontrolado, sembrando incertidumbre y miedo a su paso.


Welf, con el ceño fruncido y los puños apretados hasta que los nudillos se le pusieron blancos, se alejó de la entrada tras ser rechazado por tercera vez consecutiva. "Esto es una maldita locura", gruñó, su voz cargada de frustración y un deje de temor. "Si esto sigue así, solo Bell podrá entrar cuando le plazca. ¿Qué se supone que haremos el resto?"


Lili, siempre atenta a los detalles, clavó su mirada inquisitiva en Bell mientras se alejaban de la multitud cada vez más agitada. "¿Esto tiene algo que ver con los xenos, Bell?", preguntó en un susurro apenas audible, temiendo que oídos indiscretos pudieran captar sus palabras.

Bell negó con la cabeza, su rostro reflejando una mezcla de confusión y preocupación que no auguraba nada bueno. "No... no lo creo", respondió, su voz apenas un murmullo. "Todo fue muy extraño anoche. Los minotauros... no deberían haber aparecido allí. Algo no está bien". Mientras hablaba, un escalofrío recorrió su espalda, erizándole el vello de la nuca. Había algo en el aire, una presencia intangible pero opresiva que no podía explicar. Un presentimiento oscuro se arraigaba en su mente, susurrándole que lo peor estaba por llegar.

La multitud de aventureros, desesperados por entrar al calabozo y ganar el sustento que les permitiría sobrevivir un día más, comenzó a presionar contra las barreras. Los gritos de protesta se elevaban por encima del murmullo general, y la tensión en el aire era tan densa que casi podía palparse. Era como la calma que precede a una tormenta devastadora, y todos podían sentir que estaban al borde de un precipicio.

De repente, un rugido bestial, más terrorífico que cualquier cosa que hubieran escuchado antes, resonó desde las profundidades del calabozo. El sonido, cargado de una malevolencia antigua, hizo que todos se congelaran en el acto. El silencio que siguió fue ensordecedor, roto solo por los latidos acelerados de cientos de corazones aterrorizados.

Justo cuando parecía que la situación iba a estallar en una violencia descontrolada, los ejecutivos de la familia Loki llegaron a la escena. Su presencia imponente y su reputación legendaria bastaron para calmar momentáneamente los ánimos exaltados. Finn Deimne, el Braver, dio un paso al frente. Su figura, aunque pequeña, irradiaba una autoridad incuestionable. Su voz, clara y firme, cortó a través de la confusión como una espada bien afilada.

"Aventureros de Orario", comenzó, su mirada penetrante recorriendo la multitud, "entendemos su frustración, pero les pedimos paciencia. Algo está ocurriendo en el calabozo, algo que no habíamos visto antes en todos nuestros años de experiencia. Por su propia seguridad, les rogamos que esperen hasta que podamos garantizar que es seguro entrar. No arriesguen sus vidas innecesariamente".


Sus palabras, aunque destinadas a tranquilizar, solo sirvieron para alimentar más rumores y especulaciones entre los presentes. Si los aventureros de élite de la familia Loki estaban preocupados, ¿qué esperanza tenían los demás?La familia Hestia, consciente de que no podían hacer nada más por el momento, decidió regresar a la Mansión de la Chimenea. El trayecto de vuelta fue inusualmente silencioso, pero la tensión en el aire era tan densa que parecía dificultar incluso la respiración.

Nazarick en OrarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora