003

8 0 0
                                    

EL RUGIDO de la ciudad se sentía más opresivo esa mañana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


EL RUGIDO de la ciudad se sentía más opresivo esa mañana. El caos de Nueva York, normalmente un refugio para los que quieren perderse en el anonimato, ahora parecía una prisión de concreto y ruido para Sam. La sensación de ser vigilada no la había abandonado desde la llamada de Ghostface. Caminaba junto a Tara y Quinn hacia la estación de policía, tratando de controlar su respiración, pero el pánico se colaba en cada rincón de su mente

— No puedo creer que estemos haciendo esto —susurró Tara, echando miradas nerviosas a su alrededor. Sabía que Ghostface podría estar en cualquier parte, observándolas.

— No tenemos opción. Tenemos que ir a la policía —respondió Sam, con el ceño fruncido, claramente contrariada por su propia decisión.

Quinn caminando a su lado, parecía más tranquila de lo esperado. Pero eso no sorprendía a Sam. Desde que la conoció Quinn había mostrado una habilidad inquietante para manejar situación de tensión como si no fueran nada. Pero en ese momento, cualquier rostro de calma le resultaba sospechoso

— Miren, la policía podrá ayudarnos, o al menos mantenernos bajo vigilancia —dijo Quinn, rompiendo el silencio con una voz que intentaba sonar tranquilizadora—. Sabemos lo que pasó en Woodsboro, pero esto es Nueva York. Aquí tienen más recursos, más gente vigilando. No estás sola esta vez, Sam.

— Más gente no significa más seguridad — respondió Sam, cortante—. Ghostface siempre encuentra la forma de burlar las defensas. No estamos seguras hasta que sepamos quién está detrás de esto.

Quinn no respondió de inmediato, pero una pequeña sonrisa se asomó en la comisura de sus labios cuando Sam no estaba mirando.




. . . . .





La estación de policía estaba abarrotada, como cualquier otro día. Oficiales y detectives entraban y salían, contestando llamadas y atendiendo quejas. A pesar de lo concurrido que estaba, el ambiente se sentía opresivo, como si una nube oscura colgara sobre todos ellos. Sam sintió un nudo en el estómago cuando entraron.

Se acercaron al mostrador de recepción, donde un oficial mayor las recibió con expresión hastiada. Sam no perdió el tiempo.

— Necesitamos hablar con un detective. Es sobre el asesinato de Emily Harper y una amenaza que recibimos anoche —dijo Sam rápidamente.

El oficial la miró, entrecerrando los ojos. Parecía reconocer el nombre "Woodsboro", pero no dijo nada. Asintió lentamente y se levantó, caminando hacia la oficina del fondo.

Tara miró a su hermana, nerviosa.

— ¿Crees que nos tomarán enserio?— preguntó, casi en un susurro.

𝐄𝐂𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄 - 𝐒𝐂𝐑𝐄𝐀𝐌 𝟔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora