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EL PATIO de la universidad se extendía como un respiro de calma entre el caos

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EL PATIO de la universidad se extendía como un respiro de calma entre el caos. Los estudiantes iban y venían, ocupados con sus propias vidas, ajenos al horror que se cernía sobre Sam, Tara y su grupo de amigos. La charla de la mañana con el detective O'leary no había hecho más que sembrar más dudas en la mente de Sam. Sabía que Ghostface estaba cerca, más cerca de lo que cualquier policía pudiera imaginar.

Ahora mientras el sol descendía detrás de los edificios, Sam, Tara, Chad, Mindy, Anika, Quinn y Ethan se reunieron en un rincón apartado del patio. Las hojas de los árboles caían con suavidad, el ambiente otoñal no lograba ocultar la tensión que llenaba el aire.

— Necesitamos un plan, y lo necesitamos ya —dijo Mindy, con una mezcla de desesperación y determinación. Sus ojos barrían a cada miembro del grupo, como si estuviera tratando de ver a través de sus caras. Nadie podía confiar en nadie.

— ¿Plan para qué? No sabemos quién es Ghostface ni cuándo volverá a atacar —protestó Chad, cruzado de brazos, su tono más frustrado que asustado.

— ¿Quién dice que Ghostface no está aquí mismo? —respondió Mindy, levantando la ceja, como siempre lo hacía cuando quería desafiar a alguien. Había algo en su tono que había dejado al grupo en silencio.

Ethan, nervioso como siempre, dio un paso adelante, levantando la mano tímidamente.

— Mindy, no creo que sea momento de empezar a sospechar de todos. Estamos en esto juntos, ¿no? —dijo, aunque su voz traicionaba su falta de seguridad.

— Eso es exactamente lo que diría Ghostface, ¿no crees? —Mindy lo miró con una sonrisa burlona, pero el miedo en sus ojos era real—. Escuchen, ya sabemos cómo funciona esto. Todos hemos visto películas de terror, y si hemos aprendido algo es que el asesino siempre está más cerca de lo que creemos. Uno de nosotros podría estar usando una máscara en cualquier momento.

— Basta, Mindy —interrumpió Sam, harta de las insinuaciones—. Si seguimos acusándonos unos a otros, no vamos a llegar a ni una parte.

— Pero Sam, tiene razón. Si Ghostface está siguiendo su patrón, está jugando con nosotros, y puede que ya esté infiltrado en nuestro grupo —dijo Tara, mirando nerviosamente a su alrededor.

Anika, quien había estado en silencio hasta entonces, suspiró y se cruzó de brazos, claramente incómoda con la situación.

— No creo que esto nos esté ayudando. Quizá deberíamos centrarnos en lo que sabemos, no hacer suposiciones sin pruebas —sugirió, aunque su mirada no se apartaba de Mindy, quien seguía evaluando a cada uno.

Quinn, contra una columna, observaba con calma. Sus ojos brillaban con una especie de frialdad controlada, aunque de vez en cuando esbozaba una sonrisa como si todo aquello fuera un juego. Pero Sam había aprendido a desconfiar de las sonrisas en momentos como ese.

— Esta bien —dijo Chad, levantando las manos en señal de rendición—. Digamos que seguimos la lógica de Mindy por un segundo. ¿Qué hacemos? ¿Nos seguimos vigilando entre nosotros como si esto fuera una versión enfermiza de "entre nosotros"?

— Exacto —respondió Mindy, sin dudar —. Nos cuidamos las espaldas, nos mantenemos unidos y, sobre todo, seguimos nuestras sospecha. Uno de nosotros puede ser el asesino, y no pienso esperar a ser apuñalada para descubrirlo.

La tensión aumentaba en el grupo, pero antes de que alguien más pudiera hablar, una figura apareció corriendo hacia ellos desde el otro lado del patio. La chica parecía aterrada, su cabello pelirrojo volaba desordenado alrededor de su rostro mientras tropezaba con cada paso, era Sabrina.

— ¡Ayúdenme! —gritó, jadeante, con los ojos de pánico—. Alguien... alguien me está persiguiendo... ¡No sé qué hacer!

Todos giraron al escucharla, sorprendidos por su repentina aparición. Sam reconoció su rostro de inmediato: Sabrina era la chica que había conocido el primer día, antes de que todo comenzara a desmoronarse. Era una chica tranquila, que pasaba desapercibida en la mayoría de clases, pero ahora su miedo era palpable.

— ¡Sabrina! —exclamó Tara, corriendo hacia ella para ayudarla a estabilizarse.

— ¿Quién te estaba persiguiendo? —preguntó Sam, su instinto de supervivencia encendiéndose de inmediato.

— ¡No lo sé! Estaba caminando hacia mi dormitorio cuando escuché pasos detrás de mí... —Sabrina estaba temblando mientras hablaba—. Giré la cabeza, pero solo vi una sombra, y luego comencé a correr... ¡Ayúdame, por favor!

Ethan dio un paso adelante, con expresión preocupada.

— Tranquila, ya estás a salvo aquí. Nadie te hará daño —dijo, tratando de calmarla.

Pero algo en la actitud de Sabrina no cuadraba en Sam. No era solo el miedo que veía en sus ojos, era algo más profundo, algo más calculado. Sabrina estaba asustada, sí, pero... ¿de qué? ¿O de quién?

— ¿Estas segura de que era alguien? —preguntó Mindy, estrechando los ojos—. ¿Lo viste o solo lo imaginaste? Porque en este tipo de situaciones, el miedo puede hacerte ver cosas que no están ahí.

— ¡Lo vi! —gritó Sabrina, claramente molesta por la insinuación.

Sam la miró detenidamente. Su respiración era rápida, si, pero su mirada no estaba completamente perdida en el terror. Algo en su expresión parecía casi... ensayado. Una actuación meticulosamente diseñada. Y entonces una inquietante posibilidad comenzó a formarse en su mente.

Antes de que pudiera procesar completamente esa idea, un teléfono vibró. Era el de Sam.

Saco el dispositivo rápidamente, su corazón latiendo a mil por hora. Un nuevo mensaje.

"Siempre te estoy mirando. Y ahora estás más cerca de descubrir algo que no deberías"

Sam mostró el mensaje a Tara sin decir una palabra, pero Tara lo entendió de inmediato. Miro a Sabrina con una mezcla de desconfianza y miedo.

— Sam... —susurró Tara, temblando—. ¿Podría?

Sam no respondió. No podía estar segura de nada en ese momento. Pero mientras Sabrina se abrazaba a sí  misma, fingiendo estás más vulnerable de lo que parecía, una pregunta siniestra surgió en su mente:

"¿Y si Ghostface no está jugando con ellos desde las sombras? ¿Y si ya estaba entre ellos desde el principio?"

Sin que ninguno lo supiera, el juego había dado un nuevo giro, y Sabrina acababa de tomar su lugar en el tablero. Pero lo que nadie imaginaba es que ella no solo era una pieza... sino uno de los cazadores.

𝐄𝐂𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄 - 𝐒𝐂𝐑𝐄𝐀𝐌 𝟔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora