Capítulo 16: Estafa inmobiliaria

410 52 1
                                        

Un año después:

Esa noche había sido complicada, tanto, como para que él no regresase a dormir hasta ese instante en el que el sol empezaba a despuntar. Eran las siete de la mañana y al menos, el problema estaba resuelto.

Inasa se quitó la ropa antes de entrar en el cuarto, se dio una ducha rápida y accedió al dormitorio principal sólo tapado de cintura para abajo con una toalla. Necesitaba dormir, sin embargo, al entrar, se dio cuenta que su esposo, pese a estar en el futón durmiendo, su ordenador seguía encendido a su lado en la tarima de madera.

Sonrió al verlo. Shoto nunca dejaba de trabajar y eso era un gran problema. Quería que descansase pero era algo casi imposible de conseguir en su esposo. "Esposo", esa palabra sonaba bien cuando la pensaba. Tan sólo llevaban unos meses casados pero no sentía que hubiera cambiado nada realmente entre ellos. Su relación seguía igual salvo que ahora vivían juntos y se habían adaptado a compartir su espacio.

Inasa se agachó para apagar el ordenador y apartarlo de Shoto que aún dormía plácidamente. En la pantalla pudo ver en lo que trabajaba. Permisos de construcción e indagaciones sobre los concejales que tenían que darle esos permisos. Tenía pruebas de cierta corrupción que podría usar en su contra para que le dieran los permisos que él buscaba.

El ordenador se apagó silenciosamente pero cuando fue a apartarlo, sintió la mano de su esposo sobre su muñeca. Se había despertado.

‒ Llegas tarde – susurró Shoto.

‒ Se ha complicado el asunto.

‒ ¿Lo has resuelto?

‒ Sí, está todo solucionado – dijo Inasa – no tienes nada de qué preocuparte. No salpicará nada de esto a tu hotel.

‒ No me preocupaba eso precisamente – susurró Shoto medio adormilado dando a entender que estaba más preocupado por él.

Inasa sonrió. Su esposo, pese a la lengua afilada que tenía y que acostumbraba a decir las cosas sin rodeos, era muy diferente cuando tenía que mostrar sus sentimientos. Decir que estaba preocupado por él era algo que a Shoto le costaba.

‒ Estoy bien – dijo Inasa – tengo muchos guardaespaldas para cubrirme.

‒ Lo sé, pero aún así...

Su trabajo era bastante más peligroso que el de su esposo, Inasa sabía eso de sobra y desde luego, provocaba que Shoto tuviera siempre esa preocupación por él. No pudo evitar sonreír ante esa idea. Cuando eran niños se odiaban, se ignoraban la mayor parte del tiempo pese a que siempre tenían sus ojos puestos el uno en el otro por la rivalidad de sus familias. Fingían no mirarse, fingían no competir por las notas, los deportes o lo que fuera, pero en realidad, ambos sabían de sobra que tenían siempre que ser mejor que el otro. Ahora por fin dejaban a un lado esa rivalidad.

Quizá fue precisamente eso lo que hizo que se enamorase de Shoto, haber estado toda su vida observándole, compitiendo con él, había sido su mayor obsesión y de niño no supo identificar que ese odio o rivalidad que su familia intentaba que tuviera hacia él, en realidad era otra cosa, era admiración, era una obsesión constante que le llevó a enamorarse de tal manera, que ahora no podía concebir su vida sin él.

Esos últimos meses a su lado, Inasa había sido realmente feliz y sólo esperaba que Shoto también lo hubiera sido. Era un buen chico.

‒ Sabes que te quiero, ¿verdad? – preguntó Inasa a su lado.

‒ No del todo – sonrió Shoto – creía que te casabas conmigo por el sexo.

‒ Oh, eso también – bromeó Inasa con una gran sonrisa – quizá eso fuera lo primero, sí.

The tattooist (Boku no hero: Baku-deku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora