‧͙⁺˚*・༓☾Capítulo 8:DOS PARTES DE LA MISMA MONEDA Parte III☽༓・*˚⁺‧͙

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Silencio. Así se quedó la multitud en la sala del trono, escuchando a este hombre declararse como el hermano perdido del nuevo rey. El joven en cuestión tenía un parecido sorprendente con Naruto, si no fuera por el hecho de que el joven tenía el pelo negro, fácilmente podrían haber sido confundidos como gemelos. Sus ojos eran tan azules como los de Naruto y el difunto rey Minato. Pero, había algo oscuro, casi siniestro en él, una especie de amenaza que provenía de su ser. El hombre se presentó como Menma Frost, probablemente porque era de ahí de donde venía. A los bastardos se les daba como apellido el nombre de los lugares donde nacieron. El rey estaba atónito, su rostro lo mostraba. Hinata sentada a su lado, lo miró entre preocupada y sorprendida. Pronto el silencio fue cortado, por la voz de la reina viuda.

-¿Cómo os atrevéis a venir aquí y encima a decir semejantes mentiras? -declaró el monarca lleno de furia.

El hombre soltó una risa baja llena de burla y se giró para mirar a la reina viuda.

-Mentiras? Fuiste a verme...cuando te enteraste de mi existencia. Mi madre se asustó, pensando que me matarías, pero simplemente me viste y te fuiste sin decir nada. -Respondió Menma.

Kushina sólo podía mirarlo entre ira y miedo.

—¡¿Cómo os atrevéis a decir semejante mentira, semejante falsedad?! ¡Guardias, arrestad a este hombre! —exclamó furioso el señor Kawarama.

Se volvió para mirar a Naruto, que seguía sentado en su trono, intentando procesar todo. ¿Lo sabía su madre? ¿Su padre tenía un hijo bastardo? Y si era así, ¿quién era el que debía ser coronado rey, por derecho de nacimiento?

-No se preocupe, su gracia. No vine aquí por el trono; solo quería que usted me viera y que su corte me viera, porque no importa si usted cree o no. Nadie puede negar que soy su hermano, ni que soy el hijo del difunto rey Minato Namikaze. Ahora usted...mi rey tiene una decisión que tomar. Me despediré. Le deseo buena suerte, hermano...para los días venideros. -Menma, sentenció. Con esto salió de la habitación caminando en medio de la multitud. Naruto solo lo vio irse, aún aturdido por todo lo que escuchaba. Hinata, que aún lo observaba preocupada, tomó su mano y él solo la miró, con ojos que suplicaban ayuda. Hinata no sabe qué fuerza la poseyó en ese momento, pero se puso de pie y ordenó con voz firme que todos se fueran, señalando que la celebración había terminado. En ese momento la reina viuda caminó apresuradamente al lado de su hijo y agarró su rostro, con angustia y preocupación. Naruto simplemente la miró con ojos vacíos y exhaustos.

-...¿Lo sabías?-preguntó el rey.

-Naruto...yo... -Kushina intentó hablar, pero las palabras no salieron.

Naruto quitó las manos de su rostro y se puso de pie, luego dijo en voz baja que se iba a retirar a sus aposentos y que no quería que lo molestaran. Hinata lo miró y no pudo evitar sentir pena por él. Tantas cosas le estaban sucediendo y ninguna de ellas a su favor. Kushina solo pudo mirar al suelo, con lágrimas amargas cayendo de su rostro, sabiendo que su amado hijo... probablemente nunca la perdonaría por esto.

Lo que había comenzado como un día de alegría terminó en incertidumbre, duda y tristeza. Conforme pasaban las horas, Hinata no podía evitar preocuparse por Naruto. Ella entendía lo que era estar rodeada de gente y estar completamente sola y abatida. Lo vivía desde niña. Así que salió de su habitación ya vestida con su camisón blanco, y caminó acompañada de sus doncellas hasta la habitación del rey. Al llegar a su puerta, vio a Sir Jiraya junto con otro guardia de palacio, haciendo guardia. Se acercó a ellos y estos la saludaron con el respectivo “su excelencia”, para luego escuchar estruendos y vidrios rompiéndose provenientes del interior de la habitación del rey, por lo que Hinata tocó la puerta rápidamente y alarmada, solo para escuchar un fuerte “Váyase”. Hinata decidida, abrió la puerta y vio a Naruto tirado en el suelo, frente a su cama y la habitación completamente destruida, vidrios rotos sobre un charco de vino y al nuevo rey, destrozado.

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