・༓☾Capítulo 2: SAKURA☽༓・

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Año 120 AC* El Reino de la Tierra del Rayo

El País del Rayo era uno de los reinos que aún se mantenía independiente, sin estar bajo el dominio de los Uchiha, gracias a que, en el momento de la conquista, Asura, antepasado de los Namikaze y Uzumaki, se unió a Indra e Indrani en la conquista de las tierras occidentales. En agradecimiento por su lealtad, Indra permitió a Asura ser Rey del País del Rayo y juró que ningún Uchiha intentaría conquistarlo. Pero incluso con este antiguo pacto, algunos en las casas Uzumaki y Namikaze se sienten inseguros, ya que los Uchiha dominan la mayor parte de las tierras occidentales y tienen dominio sobre los dragones.

El País del Rayo fue gobernado bajo el mandato del Rey Minato de la casa Namikaze, apodado el destello amarillo, por su rapidez con la espada y su fuerza, además de ser rubio y de ojos azules, de muy buena apariencia, que eran características comunes de los Namikazes. Su esposa y Reina es Kushina de la casa Uzumaki (estas dos casas estaban relacionadas), reconocida por su exótica belleza, pues tenía ojos violeta oscuro y cabello rojo fuego, característica común de los Uzumakis. Su reinado fue justo y fueron amados por su pueblo.

Naruto Namikaze, de veintitrés años, era el único hijo de ambos monarcas, conocido por ser valiente y justo, amado por sus padres y el pueblo. Tenía el pelo rubio y los ojos azules como su padre, pero los rasgos exóticos de su madre. Naruto era querido incluso por sus sirvientes ya que siempre los trataba con respeto aunque fueran gente común y sin título, pero su cariño era para la sirvienta de su madre, Sakura “la hermosa”, apodo dado por la propia Reina ya que nadie podía negar que la joven era hermosa. Su piel era blanca, pero estaba ligeramente bronceada por trabajar bajo el sol desde que era una niña. No era alta, de hecho, incluso entre las mujeres era considerada pequeña, pero su figura era femenina y con pechos generosos y caderas anchas, sus ojos eran de un verde brillante y su cabello era tan rojizo pálido que fácilmente podría considerarse rosa, un color único en todo el reino e incluso fuera de él. De hecho, si la muchacha no fuera de baja cuna, fácilmente podría ser confundida con una joven de sangre real.

El príncipe Naruto tenía un cariño especial por ella, aun sabiendo que su relación era imposible debido a su título y posición, y su condición de no tener nada; porque por muy hermosa que fuera... ella no era nadie.

El castillo real estaba lleno de vida, ya que se preparaban para recibir a los Hyuugas, señores del País de la Nieve, otro reino independiente, pero sin rey ni reina, ya que los norteños no creían en tener reyes, sino líderes. Naruto se encontraba en el campo de entrenamiento, practicando sus habilidades con la espada junto a su maestro caballero y protector jurado, Jiraya.

-¡Vamos, alteza, mueva las piernas! Me estoy cansando de pegarle y soy mucho mayor que usted. -El caballero maestro se reía, cuando tiró a su alumno al suelo de una estocada.

-No te reirás cuando sea yo el que te derribe, abuelo –respondió el príncipe un poco avergonzado y divertido.

-Estoy ansioso por ver eso mi príncipe. -respondió Jiraya sonriéndole y ofreciéndole su mano. Naruto tomó su mano y rápidamente se puso de pie, golpeando a su maestro y arrojándolo sobre su espalda usando su propio peso contra él, para luego apuntar su espada de madera hacia su cuello.

-Bueno, ya lo has visto, anciano. -Dijo Naruto con una sonrisa arrogante en su rostro, para luego ofrecerle su mano. Su maestro la tomó mientras reía orgulloso.

De pronto Jiraiya notó que el joven príncipe tenía su mirada fija en el primer piso del castillo, en los pasillos, por donde pasaba la joven de cabello rosado, cargando un balde de agua, con paso apresurado, muy probablemente para atender a la reina. El caballero desvió su mirada hacia el príncipe que seguía el caminar de la muchacha. Conocía muy bien los sentimientos del príncipe hacia la joven, pero sabía que tales sentimientos no estaban hechos para durar. Lo miró una vez más con tristeza en los ojos y le tocó el hombro.

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