Uno nunca sabe cuando llega a enamorarse de alguien, solo son cosas que pasan.
No nos enamoramos de la misma forma que la mayoría de las personas.
Nosotros nos enamoramos a través de la distancia. Lo hicimos estando lejos, sin poder tocarnos, abraza...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Se acercó y me dió la mano. De todas aquellas manos, la suya era la única que transmitía vida.”
-Mario Benedetti.
CAPÍTULO 34 ♥︎Sobre primeros amores y otras cosas♥︎
LUCIA
—¿Por qué tardan tanto? —pregunta Mateo, refiriéndose a los del otro curso.
Y a Nacho, por supuesto.
—Tranquilo, Romeo.
—No entiendo tu necesidad de venir un sábado por la tarde —hace una breve pausa —Ah, sí… Por Nacho —suelta de forma graciosa y le doy un golpe en el hombro que ni siquiera parece afectarle.
Impacientemente comienzo a mover mi pie debajo de la mesa, mi amigo baja la vista y lo nota. A propósito me pega con su codo en el brazo y parezco reaccionar.
Alex aparece y se queda sentado frente a nosotros, mira a Mateo y después a mí, por unos segundos me analiza y luego sonríe.
—¿Asustado, Potter?
—Ni un poco.
Ambos empezamos a reír y Mateo nos mira con una sonrisa, luego de que estas paran, el rubio me mira confundido.
—Oye, ya te dije que no estés nerviosa.
—No puedo evitarlo, él es tan…
Atractivo.
Deslumbrante.
Lindo.
Intimidante.
No logro terminar porque la puerta del salón se abre y Nacho aparece como si nada estuviera pasando. A diferencia de la primera vez que entro por esa puerta, esta vez su vista verdosa cae inmediatamente en mí y mi respiración se escabulle de inmediato.
Se sienta a pocos asientos del mío y lo miro muy concentrada acomodando sus cosas, no puedo evitar apartar la mirada de él y sólo reacciono cuando Alex se aclara la garganta y Mateo habla.
—Suerte, bonita —se levanta de mi lado rápidamente.
—¿Qué? —suelto atónita, al ver que Alex también lo imita y se para a su lado.
Cuando empiezan a alejarse sin mirarme me altero todavía más, quiero decirles que no se vayan, pero mis sentidos se alarman y estoy atónita cuando veo al chico moreno se levanta y camina hacía mi.
—Dios mío —murmuro, inconscientemente.
Actúa con normalidad.
Bueno, acá vamos.
Me doy cuenta de que lo estoy mirando descaradamente, mientras estoy perdida en mis pensamientos y nerviosa al mismo tiempo. Entonces Nacho me sigue mirando y una sonrisa de boca cerrada aparece en su rostro.