EPÍLOGO.

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Cada vez que observamos un arcoíris, recordamos que somos parte de un mundo lleno de color y posibilidades, donde cada tormenta puede dar paso a una nueva y vibrante realidad.

El arcoíris llegó al horizonte tomando de su río favorito, el más fresco y hermoso de todos, el agua fluía y sus colores vividos se fortalecían a través de aquel hermosos río. Avanzando de manera precisa y como siempre debió ser.

Habían pasado ya varios años desde aquellos días en los que Jungkook y Taehyung luchaban por encontrar un equilibrio entre su relación y las opiniones externas. Ahora, ambos habían construido una vida juntos, una rutina que combinaba su amor con la madurez de los años que compartían. Jungkook, con 26 años, se había convertido en un respetado psicólogo industrial, mientras que Taehyung, a sus 27, era un experto en tecnología que no dejaba de sorprender con sus innovaciones. Aunque sus vidas profesionales eran exigentes, ambos siempre encontraban la manera de mantenerse conectados.

Era una noche como cualquier otra. Taehyung llegó primero a casa, sus manos llenas de carpetas y su mente aún anclada en el código que había estado desarrollando durante el día. Jungkook solía llegar más tarde, después de haber trabajado horas extras en la oficina, resolviendo conflictos laborales y haciendo evaluaciones de clima organizacional.

Taehyung dejó caer su mochila en el sillón, soltando un suspiro al ver el reloj. Todavía faltaban unos 20 minutos para que Jungkook llegara.

Era una noche como cualquier otra. Taehyung llegó primero a casa, sus manos llenas de carpetas y su mente aún anclada en el código que había estado desarrollando durante el día. Jungkook solía llegar más tarde, después de haber trabajado horas extras en la oficina, resolviendo conflictos laborales y haciendo evaluaciones de clima organizacional. Taehyung dejó caer su mochila en el sillón, soltando un suspiro al ver el reloj. Todavía faltaban unos 20 minutos para que Jungkook llegara.

En la soledad del departamento, Taehyung encendió las luces suaves del comedor, poniendo algo de música de fondo mientras se dirigía a la cocina. La rutina de esperar a Jungkook se había convertido en algo que lo hacía sonreír, porque sabía que apenas escuchara la llave girar en la cerradura, su día se iluminaría de nuevo.

Mientras cocinaba algo ligero, escuchó el sonido familiar de su teléfono vibrando. Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro al ver el nombre de Jungkook en la pantalla. Al abrir el mensaje, se encontró con una foto provocadora:

Jungkook, aún en la oficina, con la corbata ligeramente desabrochada y la camisa mal abotonada, revelando un poco más de piel de lo necesario.

Jungkook: ¿Crees que esto distraerá a mis compañeros de trabajo?

Taehyung soltó una risa suave, imaginando la situación. Su respuesta fue rápida, enviando de vuelta una foto de sí mismo, inclinado sobre la mesa de la cocina con una mirada sugerente, jugando con el ángulo para resaltar lo que sabía que volvería loco a Jungkook.

Taehyung: Más te vale venir pronto, porque te estoy esperando para "cenar".

Sus noches eran siempre una mezcla de coqueteo, complicidad y momentos de intimidad que los mantenían más unidos que nunca, incluso en medio de sus ajetreadas vidas profesionales. Pero no todo era perfecto. Había días en los que las presiones del trabajo, las responsabilidades y las expectativas externas parecían colisionar, generando tensiones que ponían a prueba su relación.

Esa noche, cuando Jungkook finalmente llegó a casa, las cosas parecían un poco diferentes. Entró al departamento, pero en lugar de su habitual abrazo y beso, se dirigió directamente al baño, su expresión cansada y algo tensa. Taehyung, que había preparado la cena y estaba ansioso por verlo, se dio cuenta de que algo no estaba bien.

Fases Arcoíris de Jeon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora