Capítulo 12

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Un equipo fuerte, es tan fuerte como su eslabón más débil pueda permitírselo y la secundaria Karasuno, a ojos de Naruto, contaba con uno de los jugadores más débiles debido a su inexperiencia: Hinata Shoyo, un joven que medía menos del metro setenta, con un potencial físico asombroso y capaz de seguir los pases de Kageyama con sus propios reflejos. Podía sonar como una mala persona, un poco egocéntrico, pero Naruto vio todas las cadencias de Shoyo durante el enfrentamiento 3 vs 3 y el partido de prácticas contra el Aoba Johsai. El chico estaba más verde que el pasto y era actualmente el eslabón más débil de todo el equipo, a pesar de su interés y sus agallas para sobreponerse a los fracasos. Sin embargo, Naruto admiraba al chico por ello. Demostraba una entereza y una fuerza mental, la que se traducía como una fuerte voluntad, que pocos jugadores a su edad tenían, incluso muchos adultos. Sin embargo, no podía hacerse ilusiones. Aún no habían perdido un solo partido; Shoyo no había sentido el amargo sabor de haber fallado una anotación en el último segundo, dependiendo todo el éxito de su acción. Naruto deseaba ver como se mostraría el chico en ese punto, como lo haría e resto del equipo en su conjunto.

Pero el Karasuno no podía preocuparse solo por Shoyo y Naruto sabía que tanto Sugawara como Daichi sabían sobre sus intenciones. Por ello había estado esperando en el parque, con el móvil en la mano, a que sus antiguos compañeros volvieran a aparecer...si es que lo hacían. No estaba seguro de que lo harían. Todos siguieron caminos distintos, a escuelas distintas. ¿Por qué volver a reencontrarse para un simple partidillo de prácticas con un equipo mediocre? Pero todas sus preocupaciones desaparecieron de su cabeza cuando los vio acercarse. Torció los labios al ver de nuevo a Kiba, Rock Lee, Choji, Shikamaru y Kiba, pero frunció el ceño al ver la ausencia de Sasuke, aunque no le extrañaba. El Uchiha había entrado en una de las mejores escuelas superiores de la prefectura, tal vez incluso del país, y no podría quedar con él simplemente para un juego contra un equipo que podría ser un rival en potencia...aunque dudaba de que los del Shiratorizawa vieran al Karasuno como una posible amenaza a su puesto en la cima.

Naruto estrechó la mano de cada uno de sus amigos, aceptando la nívea extremidad del Hyuga mayor, quien había sustituido a Sasuke para aquel partido y que parecía haberlo aceptado. Había dudado de que Neji aceptara jugar con ellos, dado que era un año mayor, pero se sentía aliviado de que así fuera.

―¿A qué nos estas arrastrando?

Fue Shikamaru quien lanzó aquella pregunta. Mirando con sus ojos embotados por el aburrimiento, el Nara mantuvo sus ojos sobre el adolescente de cabello desordenado. Hoy, sábado, era un perfecto día para descansar viendo las nubes desde el tejado de su casa, pero había desechado esos planes para un partido de entrenamiento contra un equipo que siempre quedaba los últimos. Aunque, sospechaba que eso pronto podría cambiar.

―Quiero descubrir algunas cosas con mis compañeros―dijo el Uzumaki, mirando a todos sus amigos―. Quiero demostrarles los puntos flacos a mis compañeros y que ellos sean conscientes de lo que tendrían que mejorar para ganar el Interescolar, si es que quieren hacerlo con todas las fuerzas de su corazón.

―¿Te me estas poniendo sentimentaloide, rubito?―Kiba se burló, cruzándose de brazos. Los ojos del Inuzuka destellaron de manera salvaje, como los de un perro de verdad―. ¿O es que quieres hincarles los colmillos a tus propios compañeros?

―No suelo usar palabras referentes a los perros, chucho sarnoso―declaró el rubio, mostrando la burla implícita en sus palabras―; para eso ya estás tú.

―Supongo, entonces, que has visto algo en sus habilidades que quieres que descubran o que solventen antes de la competencia, ¿es así?

―Si―miró al Nara, sonriéndole―. Las recepciones de estos chicos apestan mucho.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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