"Rumores"

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La chica nueva no se presentó ante nuestra clase, aunque la profesora se lo pidió. Ella simplemente pasó ajena a todos en su alrededor, ocupó un asiento al final del salón y se encargó de ignorar a cualquier persona que quisiera entablar una conversación con ella. Nadie sabía su nombre, de dónde venía o por qué estaba allí.

De mi presencia tampoco se percató, porque durante todo el tiempo de clase se limitó a usar su celular sin apartar la mirada de encima. A simple vista parecía que andaba de mal humor, como si odiara a todo el mundo, pero también se reflejaba en ella un aire de peligrosidad. Quizás eso último solo lo percibía yo, por el incidente de la noche anterior que seguramente ella ni siquiera recordaba.

Yo no podía sacarlo de mi mente, aún tenía muchas dudas sobre lo que ocurrió. ¿Fue sin culpa o algo intencional? ¿Por qué huyó como si acaso no hubiese cometido un delito? ¿Qué rayos hacía en mi instituto? ¿Era nueva en la ciudad? ¿Ya me conocía? Todas las preguntas me estaban volviendo loca y tenerla tan cerca me aterraba, esa desconfianza de que en algún momento pudiera hacer algo en mi contra me quitaba la tranquilidad.

No la miré en ningún momento, también ignoré a Alex todas las veces que quiso hablar sobre ella por lo atractiva que era. Simplemente necesitaba que el día acabara rápido para no tener que verla más o que desapareciera de mi instituto para no topármela en ningún lugar.

Al final del día me sentía completamente agotada. Además, el intenso frío y dolor de cabeza estaban acabando conmigo. Para empeorarlo todo, Diego no dejaba de fastidiarme para que me uniera a un club de teatro que recién habían creado en el instituto, con la idea de que podría protagonizar el papel del personaje principal en una obra.

—Y nos dan puntos extras en todas las materias —intentó animarme con esa excusa—. Podríamos ser pareja, aunque sea de mentiras.

—No me interesa —le repetí una vez más, pero él siguió insistiendo. Para poder quitármelo de encima tuve que inventarle la excusa de que necesitaba ir al baño, fue así como me marché.

Diego llevaba casi todo el año intentando conquistarme y lo seguía haciendo a pesar de que ya lo hubiera rechazado más de una vez. Creo que aún guardaba la esperanza de tener una oportunidad conmigo y eso estaba fatal.

Él era un buen chico, bastante inteligente y responsable. También era muy popular por ser el capitán del equipo de futbol y liderar un montón de clubes. Todas las chicas decían que era uno de los chicos más guapos de instituto; alto, con sus facciones del rostro muy marcadas, siempre se vestía bien, su cabello castaño lo peinaba mucho, la fragancia que usaba era deliciosa y ni hablar de su sonrisa. Las de los fetiches raros fantaseaban con el hecho de que se le marcaban las venas de las manos.

A mí no me agradaba ni un poco. Solo era el mejor amigo de Alex, pero pensaba que podía ser mi amigo también, o incluso ligar conmigo.

Eso no iba a pasar nunca.

Porque Diego era ideal para cualquier chica a la que le gustaran los chicos.

Y esa no era yo.

Justo allí estaba el problema, que él no lo sabía.

Por esa razón nunca dejaba de insistir y yo no tenía planeado contárselo. Ya había sufrido suficiente como para tener que pasar por eso una vez más, aún sentía miedo por todos los recuerdos horrorosos de lo que pasó el año anterior.

Al llegar a los baños de chicas lavé mi rostro con agua y busqué una pastilla en mi mochila, porque el dolor de cabeza cada vez era más fuerte. El lugar estaba tranquilo y silencioso, tomé una gran bocanada de aire para después acomodar mi cabello. Cuando iba a salir, las chicas se adentraron allí hablando de algo que me generaba mucha curiosidad, por eso me detuve.

—¿Viste a la chica nueva? — una chica llamada Angie hizo la pregunta casi en un susurro.

—Es muy rara —respondió Alejandra, después se dirigió a mí—. Alo, ¿tú la conoces?

Al principio me quedé en silencio, dudando sobre qué responder. Sí la conocía, pero tenía la peor impresión de ella. No iba contárselos porque prefería evitar todo un alboroto. Ellas me agradaban y eran mis amigas, pero no podía confiarles algo que ni siquiera mi mejor amigo sabía, por eso mismo me negué.

—No, nunca la había visto.

—Yo sí la conozco —confesó la morena, después se retractó—. Bueno, no exactamente, pero creo saber quién es. Aún no tiene amigas y dudo mucho que las tenga muy pronto.

—¿Por qué? —me atreví a preguntarle.

Ella sonrió con malicia y se acercó un poco más a mí, antes de comenzar a hablar se percató de que nadie más entrara al baño y Alejandra se apresuró a cerrar la puerta a sus espaldas.

—Viene de un instituto al otro lado de la ciudad, Caleb me lo contó —habló en voz baja. El chico que mencionó era su novio—. Dice que hizo algo antes de las vacaciones y la expulsaron, por eso se cambió de instituto.

Yo levanté mis ojos, bastante sorprendida. Al menos ahora sabía que la chica nueva había llegado por esa razón, no porque tuviera algo en mi contra. Si lo analizaba mejor, estaba siendo un poco paranoica al pensar que ella solo se cambió de instituto para molestarme, cuando ni siquiera me conocía. Y de la noche anterior, seguro solo fue mi mala suerte, o eso quería creer.

—¿Qué fue lo que hizo? —continué preguntando, porque ahora la intriga era más grande.

—No me lo contó todo porque dijo que no quería meterse en problemas —me explicó, rodando sus ojos—. Lo que si me advirtió fue que tuviera mucho cuidado, porque también le hizo algo horrible a una chica en su antiguo instituto.

—Dicen que es peligrosa —agregó Alejandra, haciendo una mueca con sus labios.

Ambas se veían un poco asustadas y hablaban de la chica como si fuese una criminal o una persona terriblemente peligrosa. Yo creí que estaban exagerando un poco, por eso les pregunté;

—¿Y creen que sea cierto?

—Ni idea —suspiró Angie, después se encogió de hombros—. Solo son rumores, pero no deberíamos confiarnos.

—Exacto, mejor mantenernos alejadas —agregó Alejandra, mientras se enjuagaba sus manos en el lavabo—. Una no sabe de lo que sea capaz.

—¿Y es que han notado como luce? —soltó Angie en un tono de burla—. Está llena de tatuajes y piercings.

—Peor aún, parece que se fuma cinco puros de marihuana al día —Angie le siguió.

Ambas chicas soltaron una carcajada, yo solo me quedé en silencio tratando de procesar todas sus palabras. Ellas parecían divertirse mientras hablaban mal de la otra chica, juzgándola por su apariencia sin siquiera conocerla. Yo ya había tenido un primer encuentro con ella y no fue agradable, pero tampoco me atrevería a hablar de esa forma.

Lo que ninguna tenía en cuenta era que, en un momento inesperado, el cubículo al final de los baños se abrió de golpe para después ver a la persona que menos esperábamos. Era ella, la chica nueva, estuvo escuchándolo todo. Y aun así se mostró arrogante, como si aquello no le importara. Nos miró a todas sin ninguna expresión en el rostro, pero su mirada se quedó fija en mí por más tiempo del que pude descifrar.

ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ - railoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora