"Si tu saltas, yo salto"

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Cuando Diego me invitó a ver una película al cine, no me negué.

Obviamente no lo hice porque quisiera salir con él de forma romántica o algo así, más bien lo tomé como una invitación amistosa, principalmente para no tener que quedarme en mi casa.

Los fines de semana solían ser aburridos, porque eso suponía estar sola, volver a ver las mismas películas de siempre, releer libros sobre historias románticas que nunca me iban a suceder y aburrirme mientras comía pizza. Aunque eso sonaba a un plan perfecto, llegaba el momento que cansaba por repetirlo tantas veces.

No podía salir con mamá porque ella viajaba cada viernes al pueblo para visitar a mis abuelos y regresaba el domingo por la noche. Tampoco veía a mi mejor amigo Alex, pues él iba a unas exhibiciones de arte con su hermana menor. De Alejandra ni hablar porque la pasaba con su novio Bruno y era un hecho que Gabriel se iba a fiestas con el equipo de futbol. Pero allí estaba Diego, siempre dispuesto a pasar el rato conmigo, por eso acabé accediendo.

Además, no solo se trataba de eso, sino que tampoco deseaba estar en casa con mi padrastro Leo, que sospechosamente ese fin de semana no quiso acompañar a mamá al pueblo.

Desde que comenzaron una relación, hacía casi dos años, su llegada lo cambió todo en nuestras vidas, sobre todo en la mía. Antes solo éramos nosotras dos, porque mi padre murió cuando yo era bebé, pero él supo cómo entrometerse hasta acabar viviendo en nuestra casa. Hasta ahí todo iba bien, porque yo comprendía que mamá tenía derecho a compartir su vida con alguien más.

Pero, no con él.

Era un tipo posesivo, controlador y egoísta. Le encantaba manipular a mamá, humillarla e incluso ponerla en mi contra. Ella no era la misma, prácticamente hacía todo lo que él decía y se dejaba llevar por sus mentiras. Lo que más me aterraba de todo eso, era el hecho de que él quería hacer lo mismo conmigo.

Por esa razón, para no tenerlo cerca, salí con Diego el sábado por la tarde al cine, él me recogió en su auto y nos dirigimos hasta allá. El centro comercial estaba casi lleno, reconocí mucha gente del instituto y pedimos comida rápida mientras llegaba la hora de entrar a la sala. En cartelera había muchas películas pero escogimos una de comedia, porque yo me negué ante todo a ver romance.

Cuando llegó la hora, entramos a la sala y no tardó en llenarse. Antes de que empezara la película, Diego tomó una foto de nuestras palomitas y la subió a su historia de Instagram, también me etiquetó. Luego, en todas las dos horas estuvo bastante entretenido, riendo en las escenas más divertidas.

—¿Tienes algo que hacer más tarde? —me preguntó cuando la película acabó, estábamos de vuelta en el centro comercial—. Podemos ir a un club que abrieron hace poco.

Él trató de ser lo más amable posible conmigo, como era de costumbre. Yo solo me limité a hacer una mueca incómoda con mi boca mientras trataba de buscar las palabras correctas para rechazar su invitación.

No me interesaba ir a un club, ya fui con él al cine, ¿qué más quería? Hasta me sentí ridícula porque eso parecía una cita. ¡Una cita con un chico! Todas las lesbianas estarían muy decepcionadas de mí, les fallé.

—Mejor llévame a mi casa, es que olvidé darle de comer a mi perro —le dije la primer excusa que se me vino a la mente. Él arrugó sus cejas pero estuvo de acuerdo, porque no insistió más.

Ojalá nunca se diera cuenta de que yo no tenía perro.

—Las mascotas son muy adorables, pero soy alérgico a la mayoría de ellas —me comentó, abriéndome la puerta de su auto. Qué curiosidad, yo también era alérgica a algunas mascotas, pero no iba a decírselo ni en broma porque seguro diría que era algo más que casualidad, y que estábamos destinados a estar juntos como almas gemelas.

ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ - railoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora