Capítulo 4

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Resiste pequeño dragón, la maldad avanza, el pueblo exige un rey mientras las garras de la ambición quieren lastimarte—

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Resiste pequeño dragón, la maldad avanza, el pueblo exige un rey mientras las garras de la ambición quieren lastimarte

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—Esto es un maldito infierno —murmuró Draco mientras avanzaban hacia la imponente fortaleza, aquella que de ganar el torneo, sería suya.

Al entrar, soltó un profundo suspiro. No hacía mucho que había llegado a la capital y no había intercambiado palabra con nadie; pues había optado por escapar de la multitud.

No conocía nada de los otros herederos, pero esperaba poder forjar una amistad con ellos. Después de todo, si salía victorioso del torneo, no le convenía tener enemistades con ambos herederos.

Se dio cuenta de que llevaba un buen rato mirando al suelo, y levantó la vista para observar mejor su entorno.

Las paredes de piedra roja, rugosas al tacto, estaban adornadas con retratos: a la izquierda, los antiguos reyes de Hogwarts; a la derecha, los herederos que nunca llegaron al trono.

Ver los retratos del lado derecho despertaron una tristeza anticipada a Draco, pues en caso de fracasar si retrato sería colocado de ese lado.

Como el heredero qué perdió la independencia de su reino.

La mayoría de los reyes habían provenido del pueblo de Gryffindor, una dinastía larga y orgullosa. Pero no todo podía ser perfecto, pues cada distancia tuvo su manzana podrida que los llevó a la ruina y eventual extinción.

Draco continuaba caminando, observando los retratos con indiferencia, hasta que uno en particular captó su atención.

Era un joven con ojos y cabello oscuros. En su retrato se reflejaba a la perfección la malicia en su mirada, mientras sostenía su varita, de la que brotaba un destello verde.

Draco leyó el nombre inscrito bajo el retrato: Tom Riddle. Un mago de Slytherin que había manchado la reputación de su casa para siempre.

—Maldito... yo tengo que arreglar tus errores —murmuró Draco con odio, sus palabras dirigidas al rey muerto.

—Se nota que desprecias al antiguo rey.

Draco se giró al escuchar esa voz y se encontró frente a un anciano de barba blanca y larga, cuyos ojos reflejaban cansancio y melancolía.

La corona que adornaba su cabeza era el único símbolo de su estatus y poder; sin ella, parecía simplemente un anciano inútil.

—Rey Dumbledore —saludó Draco, inclinando la cabeza en señal de respeto.

—Levanta la cabeza joven príncipe. No necesitas hacerle reverencia a este viejo —aclaró Dumbledore entre risas.

Draco apenas asintió, dirigiendo su mirada una vez más al retrato. Mientras más miraba aquella sonrisa, su odio aumentaba.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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