En un reino dividido entre el deber y el honor,
Gwayne Hightower y Maelena Targaryen se encuentran
involuntariamente unidos.
Atados por obligaciones y el peso de sus nobles linajes,
ellos no tienen lugar para los deseos o anhelos personales.
Y aú...
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───── ❝ 𝐊.𝐒 ❞ ─────
Gwayne cabalgó hacia los terrenos del torneo, su figura alta y orgullosa entre una fila de caballeros, con sus armaduras brillando al sol. Las banderas ondeaban al viento, pero fue el caballero vestido de verde, portando la Torre de Antigua en su pecho, quien captó la atención de Maelena.
Maelena se enderezó un poco en su asiento al verlo, el aire atrapado en su garganta al notar que él ya la estaba mirando desde las gradas.
Alicent, sentada a su lado, también notó a su hermano mayor. Hacía mucho que no lo veía y lo había extrañado profundamente. Le sonrió cálidamente, su corazón hinchándose de orgullo.
Ver a Gwayne ahora, a punto de demostrar su valor ante el rey, la llenaba de orgullo fraternal. Sin embargo, algo en su mirada la hizo detenerse, un sutil cambio en su semblante que la inquietó.
La mano de Maelena se apretó sin darse cuenta alrededor de la de Alicent, un gesto que lo decía todo.
Alicent estaba a punto de preguntarle a su amiga si algo andaba mal cuando notó cómo los ojos de Maelena estaban fijos al frente, completamente absorta en algo que sucedía abajo o, más bien, en alguien.
La joven pelirroja miró entre Maelena y su hermano mayor, frunciendo el ceño en confusión. Fue entonces cuando Alicent entendió que Gwayne no la estaba mirando a ella, su pequeña hermana, como había pensado al principio.
Sus ojos claros, bajo el casco plateado, estaban fijos únicamente en Maelena. La comprensión comenzó a asentarse en Alicent, y con ella surgieron más preguntas, antes de que el sonido de cascos atrajera su atención.
Daemon Targaryen, vestido con una armadura oscura y montado en su imponente corcel, entró en los terrenos, su presencia atrayendo inmediatamente la atención, incluso de Maelena y Gwayne.
La multitud se agitó con emoción mientras el anunciador hablaba con voz fuerte.
"El príncipe Daemon, de la Casa Targaryen, Príncipe de la Ciudad, ahora elegirá a su primer oponente."
Y mientras la mayoría aplaudía, Maelena esperaba que Daemon no hiciera algo estúpido.
La multitud se calmó, murmullos de anticipación recorrieron las gradas. El aire estaba cargado de emoción, todos los ojos puestos en el príncipe Daemon mientras este observaba a los caballeros frente a él.
