En un reino dividido entre el deber y el honor,
Gwayne Hightower y Maelena Targaryen se encuentran
involuntariamente unidos.
Atados por obligaciones y el peso de sus nobles linajes,
ellos no tienen lugar para los deseos o anhelos personales.
Y aú...
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───── ❝ 𝐊.𝐒 ❞ ─────
La tormenta rugía afuera mientras Maelena se deslizaba por los oscuros y secretos pasillos de la Fortaleza Roja, con pasos silenciosos y deliberados.
Las paredes, resbaladizas por la humedad, parecían cerrarse a su alrededor mientras la tormenta crecía en intensidad y oscuridad a cada minuto: las condiciones perfectas para una fuga inadvertida a lomos de un formidable dragón negro.
Los vientos aullaban en los cielos oscurecidos, y las pesadas nubes envolvían el mundo en sombras, brindando el refugio que Maelena necesitaba para su partida. Pero antes de irse, debía despedirse, hacer que su hermana entendiera por qué tenía que marcharse, aunque la decisión pesara profundamente en su corazón.
Cuando entró sigilosamente en la habitación de Rhaenyra desde el pasadizo, su hermana estaba de pie junto a la ventana, observando la tormenta desatarse afuera. Las velas parpadeaban, proyectando largas sombras que danzaban en las paredes de piedra.
Rhaenyra se volvió, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver a su hermana y luego se entrecerraron de rabia mientras Maelena le explicaba su plan.
"¿Quieres volar al otro lado del Mar Angosto para ir a la guerra, junto a Daemon y la Serpiente Marina, y no quieres que vaya contigo?" La voz de Rhaenyra era afilada, llena de una mezcla de dolor y furia.
"Rhaenyra, te necesitan aquí como heredera" Respondió Maelena, tratando de mantener su voz firme a pesar de las emociones tumultuosas que amenazaban con desbordarse. "Tú eres el futuro de nuestra casa y la corona. No puedo permitir que vengas conmigo."
Sabía que Rhaenyra podría ver su decisión como una traición, como si favoreciera a Daemon sobre ella.
Pero Maelena no iba a las Islas de los Peldaños para ganar poder o gloria. Iba para marcar una diferencia, para salvar vidas en un lugar donde la muerte acechaba de cerca.
"No voy allí para luchar, Nyra" Continuó Maelena, suavizando su tono al ver el dolor en los ojos de su hermana. "Muchos hombres morirán allí. Ningún maestro de la Ciudadela desafiaría a Padre y vendría con nosotros para curar a los heridos en los Peldaños, pero yo puedo hacerlo."
La ira de Rhaenyra se desvaneció, reemplazada por preocupación.
"¿Y qué pasará si te sucede algo cuando estés allí?" Su voz se quebró, revelando el miedo que sentía por su hermana menor.
"Si no voy, muchas vidas se perderán. No puedo simplemente quedarme de brazos cruzados cuando podría ayudar" Los ojos de Maelena suplicaban comprensión.
Sabía que Rhaenyra se sentía protectora con ella, pero Maelena no podía ignorar el llamado de hacer lo que creía correcto. Estaba en su naturaleza ayudar a quienes lo necesitaban, sin importar el costo.
