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Narrador.

Jisoo estaba consumida de nervios, miraba de reojo el reloj, y este marcaba las 06:45 solo falta 15 minutos para que Rosé pase por ella.

Los minutos pasaban y la pelinegra no dejaba de mover su pie en un movimiento rápido. Cada vez más nerviosa.

El timbre sonó, Jisoo soltó un suspiro, y se paró rápidamente del sillón de la sala. Camino hasta la puerta en pasos lentos. Y cuando vio a Rosé se quedó con la boca abierta.

Era realmente hermosa, era como un angel caído del cielo.

— Se te cae la baba, preciosa — hablo a la pelinegra con una sonrisa burlona.

— ... ¿No-nos vamos? — tartamudeó.

— Claro, hermosa. — Rosé entrelazó sus dedos con los de la pelinegra.

Rosé guío a Jisoo hasta su auto y ambas subieron en este. La ojichocolate arranco y emprendió camino.

Había un silencio para nada incómodo, pero se notaba la tensión.

— Linda, ¿Que quieres hacer primero?, ¿Ir a comer algo?, ¿Ir al parque de diversiones? — Rosé rompió el silencio y eso a Jisoo lo agradeció internamente.

— Primero vamos al parque de diversiones no quiero vomitar mi comida — ambas rieron por la ocurrencia de la ojioscuros.

— Como usted ordené, hermosa — halago la rubia. Jisoo se sonrojo.

— Todavía no puedo creer que una acosadora esté saliendo conmigo — se burlo, Jisoo.

— No te estaba acosando, solo estaba charlando contigo — se excusó Rosé.

— Ajá.

— ¡PARQUE DE DIVERSIONES! ¡AHÍ VAMOS! — gritó la rubia.

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Al llegar al parque de diversiones una sonrisa se asomó en el rostro de ambas chicas.

Salieron casi saltando de sus asientos, pero Rosé salió primero y corrió dando media vuelta al auto hasta llegar a la puerta de Jisoo.

Abrió la puerta de Jisoo. Y está sonrió en agradecimiento.

Entraron al parque de diversiones y un señor vestido de payaso vino a darles la bienvenida. Esto asustó mucho a Jisoo quién tomó delicadamente la mano de la ojichocolate e hizo que está se sonrojara.

Luego de que el payaso se fuera, ambas todavía tenían sus manos entrelazadas. Jisoo se dió cuenta pero no hizo caso.

— Oye — llamo a la pelinegra — ¿Vamos ahí? —  señaló un juego, el típico juego de disparar botellitas.

— Vamos — Jisoo asintió, fue corriendo de la mano de Rosé hacia al juego.

— ¡Como están chicas! — hablo un alegre señor, que atendía el juego — ¿Quien será la primera en jugar?

— ¡Yo! — se ofreció la rubia.

Rosé se posicionó para empezar a jugar. Agarro el arma y apuntó a las botellitas, siempre tiraba sin ningún problema.

— ¡Excelente! — exclamó el señor con alegría, viendo cómo Rosé tiraba todas las botellitas.

Una vez gano el juego, la rubia ganó un peluche de un perrito.

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