capitulo 5

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Desde hacía varios días, Cordelia había estado practicando sus poderes mágicos, utilizando el libro antiguo que encontró en la biblioteca

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Desde hacía varios días, Cordelia había estado practicando sus poderes mágicos, utilizando el libro antiguo que encontró en la biblioteca. Cada página que leía le revelaba nuevas formas de controlar sus habilidades, y poco a poco había dominado la telequinesis, la invocación de demonios, y la creación de barreras. También había perfeccionado sus dones vampíricos, como el teletransporte, la fuerza y la agilidad, habilidades que antes no había comprendido del todo, pero que ahora estaban bajo su completo control.

Mientras se concentraba en su lectura, sus tres hijos jugaban en el suelo de la habitación. Aunque sus cuerpos eran pequeños y sus mentes aún inmaduras, sus almas sabían más de lo que parecían. Habían vivido una vida anterior con la verdadera Cordelia, y esas memorias aún pesaban sobre ellos. A veces, cuando pensaban en aquella madre cruel y distante, sentían el impulso de alejarse de ella. Pero sus cuerpos de bebés, necesitados de afecto y cuidados, anhelaban su cercanía, creando un conflicto en sus pequeñas existencias.

Cordelia, sin embargo, no prestaba mucha atención a sus dilemas internos. Para ella, los niños eran parte de sus planes futuros, herramientas que debía cuidar para que un día le fueran útiles. No los amaba, pero tampoco los descuidaba. Era una relación calculada, basada en el deber y el beneficio personal.

Estaba sentada en el gran sofá de la habitación que servía como sala de juegos para los trillizos. La habitación era espaciosa, con una gran ventana que dejaba entrar una luz grisácea a través de las cortinas negras. Los juguetes estaban esparcidos por el suelo, junto con una pequeña estantería llena de libros y una cuna que los tres compartían. Cordelia llevaba un vestido negro largo que resaltaba su figura, acompañado de guantes de terciopelo que cubrían sus brazos hasta los codos, dejando al descubierto sus largas uñas pintadas de negro. Sus labios, teñidos de un profundo rojo sangre, contrastaban con su piel pálida, y su cabello lila caía en suaves ondas sobre sus hombros.

El clima nublado y el aire fresco que entraba por la ventana la hacían sentir una calma extraña. Observó el paisaje por un momento antes de volver a concentrarse en el libro que sostenía en sus manos. Mientras leía, los susurros en su mente regresaron, susurros que provenían del mismo libro. Al principio, esas voces habían sido confusas y desconcertantes, pero ahora, con la ayuda de otro libro de runas antiguas que había encontrado en la biblioteca, podía comprender parte de lo que decían.

Me convertí en cordeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora