En un mundo donde el amor se convierte en un espectáculo, Gabriela, una joven rebelde, se ve forzada por sus adinerados padres a participar en un reality show de citas. A pesar de su renuencia, su vida da un giro inesperado cuando conoce a Ricardo...
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Fuimos hacia la parte de atrás de la mansión, donde una piscina grande brillaba bajo las luces titilantes y un jacuzzi burbujeante se llenaba de risas y conversaciones animadas. El ambiente era vibrante y festivo. Todos llevaban algo blanco y su traje de baño, como si fuéramos un grupo de personajes sacados de una película de verano. Mi corazón palpitaba con una mezcla de emociones; la anticipación y los nervios se fusionaban en una danza caótica en mi interior.
El altavoz volvió a sonar, rompiendo el bullicio.
—¡Qué bueno que todos están aquí y usando algo blanco, como se lo informó su ayudante! —anunció una voz fuerte y carismática.
En ese instante, los murmullos se apagaron y todos dirigimos nuestras miradas hacia el centro del escenario. Los altavoces bajaron y, de detrás de una cortina, salió el hombre más guapo que había visto jamás. Tenía una presencia magnética, con el cabello oscuro, un rostro atractivo y unos ojos azules que parecían brillar con una energía propia. Sostenía un micrófono en la mano, y su sonrisa era deslumbrante.
—Hola, soy Ricardo Sandoval, el dueño del reality show "Buscando Pareja" —dijo acercándose a nosotros con una voz profunda y envolvente, como si cada palabra fuera importante.
—Es un gusto tener aquí a influencers, actores, cantantes, músicos, modelos y sobre todo, hijos de padres muy reconocidos de Hollywood —continuó, y sus palabras me hicieron sentir un poco fuera de lugar. ¿Acaso realmente encajaba yo entre ellos?
Mientras hablaba, se movía con gracia, mirando a cada uno de los concursantes como si tratara de memorizar sus rostros. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, sentí una corriente eléctrica recorrerme. Aunque el clima era cálido, tuve un escalofrío. Había algo en su mirada: intensa, inquisitiva y, a la vez, invitadora.
—En este desafío, será de "Dos Verdades y una Mentira". No se preocupen, no habrá eliminados; solo es para que se conozcan más y vean si tienen algo en común —dijo, tratando de calmar cualquier inquietud que pudiera haber entre nosotros.
Comenzó a caminar más hacia nosotros, situándose en un punto central. Su energía era contagiosa. Miré a mi alrededor: algunos concursantes estaban claramente ansiosos, mientras que otros parecían emocionados.
—Hagan un círculo —ordenó. Todo el grupo obedeció, formando un círculo apretado. Sentía el roce de cuerpos, la cercanía de personas que, hace solo unas horas, eran desconocidas. Con un movimiento ágil, Ricardo se colocó en medio.
—Yo elegiré quién empieza. Y cuando le toque su turno, se presentan con su nombre y empiezan a decir la información. Si alguien quiere responder, solo levante la mano —instruyó.