Cuando el juego continuó, sentí cómo la adrenalina empezaba a fluir de nuevo. Era mi turno. Me paré frente a Ricardo, quien parecía observarme con una mezcla de interés y curiosidad. Sus ojos azul profundo se posaron en los míos, y por un momento, el bullicio del entorno se desvaneció. Me quedé mirándolo, sintiendo un torbellino de nervios y emoción en mi estómago.
Finalmente, tras lo que pareció una eternidad de miradas intensas, él me dio la señal para hablar.
—Hola, soy Gabriela —comencé, tratando de mantener la voz firme, aunque una parte de mí temía lo que estaba a punto de revelar— Yo nunca me he enamorado, yo nunca he trabajado, y yo nunca he estado con alguien famoso —dije, estructurando mis verdades y mi mentira con cuidado.
Ricardo me miró de arriba abajo, como si estuviera evaluando mis palabras. Había algo intrigante en su expresión. Luego, apuntó a un chico que estaba de pie en el círculo.
—La mentira es que nunca has estado con un famoso —dijo él, con confianza.
Lo miré sorprendida y negué con la cabeza. No podría ser más erróneo.
—No, esa no es la mentira —respondí, sintiendo que la verdad sobre mi vida personal se desnudaba ante ellos. De verdad que no he estado con un famoso. Alex solo era un empleado en la empresa de mis padres.
Una chica con cabello rizado levantó la mano, y Ricardo le dio la oportunidad de responder. La tensión en el aire aumentaba a medida que todos esperaban el veredicto.
—La mentira es que nunca ha trabajado en su vida, porque todos lo hemos hecho —dijo ella, con una sonrisa confiada.
Asentí con la cabeza, sintiéndome un poco más aliviada. Esa sí era la mentira. Había trabajado en la empresa de mi padre desde que era adolescente, ayudando con los informes y la logística, y aunque no era el trabajo más emocionante, sabía que me preparaba para asumir un rol más importante en el futuro.
Ricardo sonrió, satisfecha con la respuesta. —Correcto. Muy bien, exploraremos más sobre tu experiencia laboral más adelante. —Después de decir esto, me hizo un gesto para que volviera a mi lugar.
Volví al círculo sintiendo una mezcla de vulnerabilidad y liberación. Nunca había sido del tipo que compartía cosas tan profundas abiertamente, pero sentía que cada confesión que hacíamos nos acercaba un poco más, como si estuviera retrocediendo los muros que solía construir.
Mientras el juego continuaba, observé a mis compañeros cada vez más relajados, riendo y compartiendo anécdotas. El ambiente de camaradería se sentía cada vez más acogedor y, aunque aún tenía la inquietud de estar en este reality show, empezaba a percibirlo como una oportunidad más que como una trampa.
Mientras tanto, me preguntaba si alguna vez me enamoraría. La declaración de que nunca me había enamorado era cierta, pero no había considerado que pudiera ser parte de mi viaje aquí, si interacciones como estas pudieran abrir puertas que había mantenido cerradas.
El juego continuó con gusto, y al final de la ronda, me sentí un poco más ligera, como si una bruma pesada se hubiera disipado. Miré a Ricardo en el centro, su carisma seguía atrayendo a todos, y me pregunté si realmente había algo más detrás de su papel como anfitrión. ¿Tenía una historia propia? ¿Tal vez algo de lo que también se sentiría vulnerable?
La noche parecía estar llena de promesas. Ya no era solo un desafío; era el comienzo de algo que me impulsaba a descubrirme a mí misma y las conexiones que podría forjar en este camino incierto.
Con esa reflexión en mente, decidí que iba a sumergirme en esta experiencia por completo, sin importar lo que trajera consigo. Después de todo, era joven, y cada momento de este reality show podría convertirse en una parte valiosa de mi propia historia.
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Buscando Pareja
RomansaEn un mundo donde el amor se convierte en un espectáculo, Gabriela, una joven rebelde, se ve forzada por sus adinerados padres a participar en un reality show de citas. A pesar de su renuencia, su vida da un giro inesperado cuando conoce a Ricardo...