XV. Los Celos de Aemond y el Futuro

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"Te inclinaste ante la Muerte", fueron las primeras palabras con las que su querida Helaena la saludó

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"Te inclinaste ante la Muerte", fueron las primeras palabras con las que su querida Helaena la saludó.



Daenerys la miró parpadeando como un búho, a punto de devorar el auténtico festín que le habían preparado. Acababa de deshacerse del ejército de maestres y de un quisquilloso Alicent de sus antiguas habitaciones. Sus damas también la habían visitado y se habían abrazado después del terrible susto que habían sufrido esa mañana. Jeyne había comandado las operaciones después de que no pudieran despertar a Lady Darklyn tras desmayarse, e incluso había regresado a sus habitaciones en la Bóveda de la Doncella con Alysanne, Alessa y tres Inmaculados para buscar algunas de sus pertenencias.


—El daño tardará una luna en repararse, o eso dicen —le había informado Jeyne, antes de deslizar disimuladamente su varita debajo de las mantas en las que estaba envuelta. Los ojos de Dany brillaron. Los maestres y los sirvientes se pusieron a trabajar sin saber nada del intercambio—. Hemos guardado tu cofre en la habitación de Alysanne hasta que te hayas recuperado. Si Dany pudiera besarla sin que la acusaran de comportamiento pecaminoso, lo haría.


—Helaena —dijo Dany dejando el tenedor—. Me alegro mucho de verte, querida hermana.


—Te inclinaste ante la Muerte —repitió Helaena, con una sonrisa complacida en su rostro mientras se acercaba. Lanza de Hierro cerró la puerta detrás de ella—. Siempre has escuchado, incluso si no entendías.


Dany abrió mucho los ojos. Hades. ¿Su nombre no era casualidad, entonces? —Eso parece —fue todo lo que Dany pudo decir, todavía perpleja. Las profecías de Helaena eran literales y metafóricas, lo que amplificaba lo difícil que era descifrarlas. Observó a su hermana deslizarse en la silla acolchada frente a ella. Dany se estiró para empujar un plato de pasteles de crema en su dirección—. Come un poco de esto. Hay suficiente para alimentar a una familia de tres.


—Ya se lo dije a Aemond —continuó Helaena, tomando una tarta de natillas en su mano y devorando un pequeño bocado—. Le dije que la sombra alada viene y que sabe a hogar. —Una mirada triste se apoderó de su rostro redondo—. Pero él no lo entendió y Aegon no tiene paciencia para eso.


—¿Quieres que lo entiendan? —preguntó Dany, comprensiva. Puedo decírselo, hacerles entender. Helaena lo miró pensativa mientras masticaba delicadamente, sin ni una miga a la vista. Luego, sacudió su cabeza plateada.

The Hand of Helena *(TRADUCCIÓN)*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora