XXVIII. Charlas, Enfrentamientos y Atisbos del Pasado

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Confinado en sus aposentos.




Un segundo final ignominioso que marca otra mancha indeleble en su ilustre carrera.




Los hombres a los que comandaba sin pensarlo dos veces ahora estaban detrás de la puerta, preparados para detenerlo si intentaba irse. La presión habitual y familiar sobre su pecho derecho, donde estaría el broche que indicaba su rango como Mano del Rey, estaba lamentablemente vacía.




Otto Hightower, que en su día fue el segundo hombre más poderoso del reino después del rey, estaba sentado junto a la ventana del piso más alto de la Torre de la Mano. Su solar, desde donde dirigía importantes asuntos de estado y recibía aduladores y enemigos por igual, estaba vacío; los documentos que cubrían su escritorio y sus cajones fueron retirados por orden de la princesa Rhaenys. Los efectos personales de Otto habían sido guardados en cofres, sellados y en pleno proceso de traslado para su regreso a Antigua a la mañana siguiente.




No tenía muchas ganas de que su sobrino, un chico al que había visto cagarse en los pantalones después de estornudar demasiado fuerte, lo castigara. Pero ahora era el jefe de la Casa Hightower y no se podía negar que Otto había vuelto a fallarle a su Casa. Su expulsión de Desembarco del Rey no ayudaría a la cruzada de los Verdes para ver a Aegon sentarse en el Trono de Hierro, pero mover las piezas a distancia era algo que ya había hecho en el pasado y que podía volver a hacer hasta que se calmaran los ánimos.




Sin embargo, Otto no se arrepentía. La esencia de Díctamo y cualquier otra poción similar eran una afrenta a los Siete y a sus enseñanzas. Era evidente que el veneno había echado raíces en las mentes de la gente, volviéndolas contra la Fe; su violencia rabiosa era una clara señal de que se estaban alejando de la única religión verdadera.




La única preocupación que tenía Otto era su nieto, Aegon. El tonto muchacho estaba lejos de estar preparado para enfrentarse a la guerra que se avecinaba, ya que no había podido tener un hijo con Helaena y había dejado el futuro del Reino sumido en la inestabilidad. Alicent había demostrado ser insuficiente para convertir al borracho derrochador en un hombre apto para los deberes de la realeza y, con su ausencia, dudaba mucho de que algo cambiara.

The Hand of Helena *(TRADUCCIÓN)*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora