Capítulo 4

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Pensamientos para los que no piensan

Liu Qingge nunca se había preocupado por las cosas. Si tenía problemas, los resolvía. Si tenía que tomar decisiones, las tomaba basándose en sus instintos. Darle vueltas era una pérdida de tiempo, sobre todo cuando pensar demasiado nunca resolvía nada.

Desde niño, a Liu Qingge le resultaba fácil seguir sus pasiones sin preocuparse por la opinión de los demás. Era competitivo hasta la exageración, y lo reconocía, pero con gusto demostraba con hechos que quien dudaba de él se equivocaba.

Había desoído a los que decían que las artes marciales mixtas no podían sostenerle, ignorando a los profesores que le empujaban a hacer planes de respaldo para su futuro. Liu Qingge sabía desde que empezó en el estudio de su familia que eso era lo que quería. Los planes alternativos eran inútiles cuando podía asegurarse de que no los necesitaría. Pensar en los posibles fracasos era igual de inútil.

Así que siguió adelante, entrenando y entrenando mucho más que cualquier otro luchador de su división, ascendiendo de categoría e inscribiéndose en torneos nacionales. Luchó, practicó y actuó hasta que subió a podios y se hizo con títulos. Y durante todos sus combates y victorias, vivió el momento. Nada de "qué pasaría si..." ni de temer futuros retos.

Liu Qingge daba la bienvenida a los retos. Le permitían superar sus propios límites.

Empujó y presionó, superando récords personales y dolores persistentes a los que se negaba a enfrentarse. Y siguió presionando hasta que los pequeños dolores se convirtieron en grandes dolores y los grandes dolores llevaron a su cuerpo al límite.

La rotura del ligamento cruzado anterior en un partido del campeonato no formaba parte del plan.

Al principio había estado enfadado, incluso devastado, pero ni siquiera entonces se había apartado de lo sucedido. No le había dado vueltas a los "y si hubiera...". Se había tomado su tiempo para llorar los años y años de perfeccionamiento de su oficio, había permitido a su familia sus intentos personalizados de consuelo, luego se había levantado y se había esforzado de una manera nueva.

Se había sometido a fisioterapia, quizá más rápido de lo que le había recomendado el fisioterapeuta, y quizá con numerosos contratiempos por ello, pero se negaba a parar. Lo necesitaba, y así lo hizo. Siguió moviéndose y empujando hasta que pudo caminar, y luego otra vez hasta que pudo correr.

No se había propuesto un objetivo estricto, sólo mejorar.

¿Esperaba acabar trabajando en el gimnasio que dirigía su hermana en lugar de volver a la competición? La respuesta corta era no. Pero ella le había pedido ayuda y, a pesar de sus mejoras, aún le quedaba mucho camino por recorrer antes de volver a los torneos de alto nivel.

Sus entrenadores dudaban de que volviera a competir al nivel de antes, pero no tenía sentido confiar en su palabra. Después de todo, ya habían dudado de él antes.

Por el momento, impartía clases de artes marciales mixtas de nivel medio en el gimnasio, además de encargarse de la pista cuando otros no podían hacerlo. Rechazó el puesto de entrenador personal, pues sabía que se frustraría demasiado con los demás como para hacer bien su trabajo.

En realidad, no le importaba. Se encontraba en un ambiente familiar, rodeado de personas con deseos similares de mejorar físicamente. También le daba tiempo y espacio para hacerse más fuerte y volver a luchar profesionalmente.

Así que, a pesar de tener que reiniciar todo por lo que había trabajado y de llevar casi tres años en un trabajo algo monótono, Liu Qingge no se arrepentía de nada.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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De caminadoras y ternura (TRADUCCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora