A pesar de que hacía poco habíamos tenido sexo, ver a Valeria desnuda me produjo una nueva erección. Su cuerpo
La observé de arriba a abajo lentamente, ella parecía guiar mi mirada y disfrutar cómo la recorría. Parecía como si mi mirada lograra una conexión especial con su cuerpo y reaccionara casi como si en lugar de mis miradas fueran mis caricias. Sentí la tersura de su cabello negro ondulado, recorrí su rostro y sentí su reacción cerrando los párpados, la quietud de su rostro cuando recorrí sus mejillas, sentí que sus labios jugosos se saboreaban al percibir que los recorría. Sentí como se erizaba un poco su suave piel cuando la recorría por su cuello y su pecho. Mi mirada le hizo sentir que mis manos escalaban por los firmes cerros que fueron sus senos en esa travesía. Sentí cómo se estremeció completa en el momento en que las caricias de mi mirada, alcanzaron la cima de sus pezones duros y apetitosos. Mi mirada y con ella las caricias imaginarias que nos conectaban, recorrió su vientre, su costado, su cadera. Cuando me aproximé a su sexo, se puso tímida y se giró dándome la espalda y entonces me puse de pie, me desnudé y caminé hacia ella.
La abracé por detrás, tomé su cintura con mis manos y sentí el roce de sus deliciosas nalgas en mi pene duro. Junté mi cuerpo con el suyo y entonces empezó a tararear una canción que instintivamente bailamos al mismo ritmo, como si fuéramos un solo cuerpo. Mis manos no resistieron la tentación de replicar las caricias que mi mirada acababa de hacer en su cuerpo. Acaricié su cabello y ella se dobló un poco hacia adelante, haciendo que mi pene se acomodara cómodamente en medio de sus nalgas y entonces se escapó de su boca un gemido. Recorrí su rostro y sentí cómo cerró los ojos. Chupó mis dedos cuando los sintió cerca de sus labios. Mis manos bajaron por su pecho y cada una tomó uno de sus deliciosos senos. Gimió de nuevo cuando rocé sus pezones con la yema de mis dedos. Una de mis manos permaneció en sus senos y con la otra bajé por su vientre. Los gemidos tomaron la cadencia de nuestro baile y le susurré al oído:
- Me encanta todo este erotismo que nos conecta, son incontrolables las ganas que te tengo.
- Es sublime. - Respondió ella en medio de un gemido un poco más fuerte.
Mi mano bajó a su bajo vientre, ella se inclinó un poco hacia adelante y entonces mi pene se acercó a su vagina desde atrás, acomodándose entre sus piernas. Mis manos se acercaron a sus labios vaginales y cuando sentí que era el momento de penetrarla nuevamente, su cuerpo se alejó del mío al ritmo de la música que seguía tarareando. Bailó por toda mi habitación invadiéndola de sensualidad. Terminó el momento sublime sentándose en el sillón diagonal a mi cama, abrió sus piernas y estiró su brazo, su mano y su índice derecho, indicándome que me acercara. Mientras yo me acercaba, caminando lentamente, ella llevó su mano a su entrepierna, acarició su vagina con 3 dedos, mientras me observaba cómo me acercaba. Miró mi pene y se mordió el labio.
- Mmmm sí lo quiero acá. - Dijo en medio de un suave gemido. - Pero antes quiero que degustes. - Sacó su lengua y la movió sugestivamente, por si el mensaje no había sido claro. Sonrío.
Cuando estuve cerca a ella estiré mi mano indicándole que levantara su pie, lo tomé en mi mano y le di un beso sensual en el empeine. Su reacción fue intensa, se arqueó y gimió. Fue una maravillosa forma en la que descubrimos esa zona erógena en su cuerpo. Casi sin dejar de verla a los ojos, fui besando su pierna, su rodilla, su muslo, mientras ella acompañaba los besos con contoneos rítmicos y gemidos ocasionales.
Cuando llegué con mis besos a su entrepierna, estaba muy mojada, así que empecé a lamerla y fácilmente Valeria alcanzó un orgasmo. Fue muy intenso sentir cómo explotaba de placer en mi boca. Casi sin dejar de gemir, se puso de pie, de espaldas a mi, se apoyó en la silla para quedar un poco inclinada hacia adelante, abrió las piernas. Giró su cabeza para mirarme y sin decir nada entendí lo que quería.
Tomé mi pene en la mano y froté sus nalgas, sin dejar de rozarla con la cabeza de mi pene buscaba su vagina. Ella se estremeció y cuando sintió el roce de mi pene en su vagina, gimió de nuevo. Le introduje lentamente mi pene y luego la tomé de la cadera.
- Me encanta tenerte así.
- A mi me encanta todo contigo.
Tomándola de la cadera empujé todo mi pene dentro suyo y ella gimió más fuerte. Ahora el ritmo de los movimientos corría por mi cuenta. Mis manos entre su cintura y su cadera, empujando mi pene dentro de su vagina una y otra vez. Nuestros cuerpos moviéndose a la misma cadencia y nuestros sexos perfectamente integrados en movimientos cada vez más intensos y rápidos. Mi orgasmo desencadenó el segundo orgasmo de Valeria.
Decidimos acostarnos completamente desnudos y ver un rato la tele mientras nos daban ganas de dormir. Yo me acosté boca arriba y Valeria se acostó a mi lado, recostando su cabeza en mi pecho y su mano acariciando mi pene y mis testículos.
- Mañana quiero conocer el resto de tu casa. - Me dijo como quien comenta cualquier cosa.
No pude evitar imaginarme lo delicioso que sería hacerlo con Valeria en cada lugar de mi casa y tuve una nueva erección.
- Pero mientras tanto, me ocuparé de esto. - Concluyó al sentir mi erección en sus manos.

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VALERIA
RomanceNuestra historia empezó en una de las semanas más locas de mi vida y evolucionó en esta historia.