Entre verdades y risas con un rufián.
Siempre he tenido un don y una maldición: cuando los nervios me asaltan, mi lengua corre más rápido que mi juicio. Al alzar la vista tras oír aquella voz tan profunda y juguetona, me encontré frente a un joven alto, más alto de lo imaginado, con porte impecable, exquisitamente vestido y con una armonía en su rostro que casi intimidaba. Era como si cada rasgo hubiese sido tallado con esmero.
—Mmm, Nando... no, no queda. No da la esencia de quien va a portar esta prenda —dije, mientras trataba de disimular mi nerviosismo.
—¿Y "rufian" sí? —preguntó él, sorprendido por mi respuesta.
—Por ahora, pero quién sabe, quizá con el tiempo empeores y subas de categoría —contesté, con una sonrisa pícara, intentando mantener el control de la conversación.
El joven que se encontraba frente a mí no daba crédito a que alguien como yo le respondiera de esa manera. Fascinado por la inesperada insolencia, y emocionado por el rumbo que tomaba la conversación, decidió seguirme el juego.
—Tal vez con el tiempo me toque ser forajido o guerrillero —dijo con una sonrisa cómplice.
—El día en que se me pida bordar "Guerrillero López Benavent" en alguna prenda, le aseguro que será referido a la bordadora del señor Carvajal.
—¿Sabes que eso queda en las afueras del pueblo? Donde las carretas ya no avanzan —respondió, aún más intrigado.
—Los guerrilleros caminan mucho, será parte de tu entrenamiento.
Él soltó una carcajada suave y añadió con un toque de galantería:
—Mi nombre es Fernando López Benavent.
—Me alegro —dije con una sonrisa mientras bajaba la vista al bordado—. Porque si no lo fuera, tendría que empezar de nuevo.
El joven, aún con esa mezcla de sorpresa y diversión en su rostro, no pudo evitar reír mientras continuaba la conversación.
—Quisiera saber cómo terminé siendo un rufián, y además me gustaría conocer el nombre de quien me ha dado semejante título.
Le respondí sin titubear:
—¿Sabías que la letra "F" tiene un total de 150 puntadas?
—¿Y eso me convierte en un rufián?
—Efectivamente. Ah, y me llamo Vicen... Nina, me llamo Nina.
—No, ibas a decir otra cosa. ¿Qué era?
Suspiré antes de confesar:
—Vicencina, mi nombre es Vicencina...
—Ese me gusta más, va con tu carácter.
Sonreí, dejando que un rubor tímido, apenas perceptible, se deslizara por mis mejillas. Era algo que no me permitía muy a menudo, una muestra de vulnerabilidad que guardaba celosamente.
—Deberías empezar a ser más consciente —dije, sin poder evitar que mi tono adquiriera una suavidad íntima, casi delicada—. Los detalles, aunque parezcan insignificantes o pequeños, siempre requieren tiempo y dedicación.
Él me miró con una sonrisa que bordeaba la disculpa.
—¿Lo dices por la bata que envié apenas ayer? —respondió, entre una leve vergüenza.
CZYTASZ
VICENCINA
Romance"Vicencina" nos lleva a la melancólica historia basada en hechos de la vida real de una joven de pasado denso y oscuro llena anhelos. Mientras las mujeres de la élite caminan con miradas altivas y corazones fríos, Vicencina se enfrenta a sus sentimi...