9. El Mundo de Peyton

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Después de días intensos recorriendo el vibrante y caótico centro de Citytopia, donde la magia parecía respirar a través de cada calle y edificio, Zachary y Peyton decidieron cambiar de aires. Peyton había sugerido llevar a Zach a su ciudad natal, un lugar que, según ella, era completamente diferente. Y, francamente, después de los misterios del Hotel Nova y las extrañas criaturas que parecían surgir en cada esquina, Zach estaba más que dispuesto a probar algo nuevo.

Subieron a un tren aéreo ultramoderno que se deslizaba por los cielos de Citytopia con una velocidad increíble. Zachary, mirando por la ventana, observaba cómo los edificios llenos de luces y magia se desvanecían poco a poco en la distancia.

— Entonces, ¿me vas a contar qué tipo de lugar es tu ciudad? —Preguntó Zach, ajustando su mochila mientras el tren pasaba sobre vastos paisajes de colinas y llanuras.

Peyton sonrió misteriosamente.

— No es como Citytopia, eso seguro. — Hizo una pausa, observando el paisaje. — En mi ciudad no encontrarás ninfas ni hadas lanzando hechizos por doquier. Es... cómo decirlo... más tecnológica. Nos gustan las cosas eficientes. Eso sí, nada de criaturas mágicas revoloteando por ahí. Solo personas comunes con un montón de tecnología impresionante. ¡Ah! Y cafeterías en cada esquina. Vas a amar las cafeterías.

Zach levantó una ceja, intrigado pero ligeramente confundido.

— ¿Solo personas comunes con tecnología? ¿Es decir, como un mundo futurista?

— Algo así, pero no te emociones mucho con eso de "futurista". No hay coches voladores, si es lo que estás pensando. — Peyton se rio.— Pero te prometo que es... Único.

Cuando llegaron a la estación de trenes de la ciudad de Peyton, Zachary se sorprendió por lo que vio. Lejos del bullicio mágico y extravagante de Citytopia, aquí todo era pulcro y organizado, con líneas limpias y edificios elegantes que brillaban bajo el sol de una manera casi estéril. La arquitectura parecía sacada de una revista de diseño futurista: minimalista, geométrica y en perfecto estado.

— ¿Qué opinas? — Peyton le guiñó un ojo mientras comenzaban a caminar por las calles impecables.

— No está mal. — Admitió Zach.— Aunque... Parece que esta ciudad está demasiado ordenada. ¿No hay caos, gente volando, explosiones mágicas o algo así? Ni siquiera una pizca de desorden.

— Oh, aquí somos muy organizados. — Dijo Peyton, claramente divertida por su reacción.— Pero no te preocupes. Tenemos nuestros propios tipos de problemas. Como... Las filas larguísimas para el café. Y a veces los drones de entrega se confunden y te traen algo completamente distinto. Eso es lo más caótico que suele ocurrir.

— ¿Drones? — Preguntó Zach con curiosidad, justo cuando uno de esos aparatos flotantes pasó por encima de ellos, entregando una caja a una puerta cercana.

Peyton asintió.

— Claro. Todo está automatizado aquí. Incluso las compras. ¿Te apetece algo de comida? Solo tienes que pedirlo desde una aplicación y, pum, en cinco minutos está en tu puerta.

— Suena conveniente... Pero, ¿dónde está la diversión? —Preguntó Zach, con una sonrisa burlona.

— ¡La diversión está en el interior! —Bromeó Peyton, haciéndose la filosófica. — Vamos, te llevaré a mi lugar favorito.

Caminando por calles perfectamente alineadas y pavimentadas, llegaron a un pequeño parque que, sorprendentemente, tenía una vibra más relajada. Era el único espacio que parecía romper un poco la perfección de la ciudad. Los árboles no estaban perfectamente podados, y había una sensación de vida más espontánea en el ambiente. Aquí, la gente paseaba con perros robot y algunos niños jugaban con bolas flotantes controladas por dispositivos en sus muñecas.

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