12. Entre el Café y el Misterio

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La cafetería donde Peyton y Zach decidieron tomarse un respiro era un pequeño oasis tecnológico en medio de la vasta y avanzada ciudad de Perfectos. Su interior estaba lleno de pantallas flotantes que mostraban las bebidas disponibles, y las mesas emitían un leve resplandor azul. Pero lo más intrigante era la forma en que las órdenes se servían: pequeñas cápsulas flotaban desde la barra y se posaban frente a los clientes, con precisión láser.

— Bueno, este lugar no está mal, ¿eh? — Comentó Zach, mientras una cápsula flotante dejaba con suavidad su café sobre la mesa. — Aunque, si me atacan las cápsulas voladoras, no prometo que no entre en pánico esta vez.

Peyton rió suavemente, aunque había una preocupación palpable detrás de su sonrisa. Se acomodó en su silla y tomó un sorbo de su bebida.

— Las cápsulas no te harán daño. Pero admito que, después de lo de la torre, la tecnología de Perfectos parece un poco... Impredecible. — Peyton levantó la vista hacia las luces centelleantes de la cafetería. — Lo que me intriga es que la ciudad está diseñada para que nada falle, ni siquiera lo más pequeño. Todo está programado para autorrepararse en segundos. Si lo de la torre fue un fallo... — Hizo una pausa, pensativa. — O no fue un fallo en absoluto.

Zach tomó un sorbo de su café, cerrando los ojos por un momento mientras el sabor fuerte y cálido recorría su cuerpo. Luego, abrió un ojo, mirando a Peyton con esa chispa de humor que siempre lo sacaba de los momentos más tensos.

— Así que... ¿Saboteadores? ¿Conspiración? ¿Una rebelión secreta de los Pocamonta? — Levantó ambas cejas. — Porque, si vamos a hacer esto, prefiero saber en qué tipo de película de ciencia ficción estamos metidos.

Peyton sonrió, dejando que la tensión se disipara un poco.

— Por ahora, solo estamos en una película de café con amigos. — Dijo, empujando su taza hacia él para que brindaran.

Zach rió y chocaron sus tazas. Sin embargo, la idea de una conspiración seguía resonando en su mente, sobre todo al recordar lo que habían oído en su tiempo en cautiverio.

— Sabes... — Zach comenzó, mirando alrededor para asegurarse de que nadie los escuchara. — Uno de esos Pocamonta mencionó algo acerca de un sistema que conecta toda la ciudad. Algo grande, como un cerebro central que lo controla todo. ¿No te parece un poco... siniestro que nadie aquí hable de eso?

Peyton se inclinó hacia él, apoyando los codos en la mesa.

— Lo que mencionaron puede tener que ver con la IA que controla la ciudad. Es una tecnología que se ha estado desarrollando durante décadas. Según los ingenieros, es infalible. — Bajó la voz, como si estuviera compartiendo un secreto. — Pero he oído rumores de que esa IA podría estar vinculada a algo más antiguo, algo que existía antes de la tecnología.

Zach se inclinó aún más, su expresión completamente seria.

— ¿Qué? ¿Un cerebro gigante? ¿Una roca mágica? ¿Un...?

— Nada tan dramático. — Peyton lo interrumpió, sonriendo, pero luego su rostro volvió a adquirir una expresión seria. — Algunos creen que la IA fue desarrollada basándose en tecnología alienígena encontrada hace siglos, mucho antes de que la humanidad entendiera cómo funcionaba. Al principio, se usaba solo para cosas pequeñas, como mantener el tráfico o la energía en orden. Pero con el tiempo, Perfectos se volvió dependiente de ella... completamente.

Zach se echó hacia atrás, dejando escapar un silbido.

— Así que la ciudad está a merced de una IA alienígena. ¡Perfecto! Lo que necesitábamos para completar nuestro día.

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