Juegos

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—Boo, por favor, haré lo que sea que me pidas por el resto de mi vida, pero llévame contigo.

Habían tenido la misma conversación todos los días de las últimas dos semanas. Chloe estaba realmente agradecida de que Red no se hubiera enterado desde antes, o se hubiera vuelto insoportable.

—Red, ya hablamos de esto. En cualquier otro momento, estaría encantada de invitarte a un fin de semana con mi familia, pero no a este. Ni siquiera vamos a estar en nuestra casa. Vamos a ir a ver a la novia de mi hermano, así que vamos a estar en Auroria.

Red frunció el ceño, haciendo un puchero que Chloe encontraba adorable.

—Boo... Por favor.

—Red, son dos días, por el amor a Merlín. Habla con tu mamá, intenta tener una relación medianamente decente con ella, y disfruta de tus pequeñas vacaciones. Porque te advierto que en diciembre son casi un mes entero.

Red palideció ante la idea de tener que regresar al país de las Maravillas por un mes entero.

—Si no tengo escapatoria...

En realidad, Red sí tenía una escapatoria. Al menos, eso era lo que creía la pelirroja. Durante un mes sería imposible, pero... ¿Intentar ignorar a su mamá por dos días encontrando todo tipo de excusa?

Sí, eso sonaba como una tarea posible de completar. Siempre y cuando Maddox también cooperara, por supuesto.

————

Bridget estaba caminando de un lado al otro por todo el palacio de Corazones, alterando a cualquiera que intentara estar a su lado por más de cinco minutos.

El eco de sus pasos resonaba en la vasta habitación, pero su mente estaba en otro lugar. Miraba ansiosa hacia las ventanas, esperando cualquier señal de que su hija estaba por llegar. Había preparado cada detalle para ese momento. Desde las luces del palacio, el aroma a pasteles recién horneados que flotaba en el aire, y las flores favoritas de Red que adornaban cada rincón.

No había mejor prueba de que podían olvidarse de todo lo que había empezado en esos meses, y de cualquier cosa que Bridget hubiera hecho para molestar a Red de esa manera, que esa.

No había dormido en días. El cansancio le pesaba en los hombros y sus ojos reflejaban el agotamiento de largas noches de trabajo, preparando cosas para esos dos días que tendría a su hija en casa. Pero la emoción de verla después de tanto tiempo, de poder compartir, aunque fuera un pequeño momento de paz con ella, lo superaba todo.

Bridget se había permitido soñar con conversaciones tranquilas, como las que solían tener, y quizás incluso, si Red estaba de humor, hacer algo divertido, juntas. Tal y como siempre había sido.

Ella le perdonaría todo, haría como si nada hubiese pasado, borraría los horribles meses que había pasado, solo por qué Red volviera a ser como antes, que al menos le hablara un poco.

Bridget revisó por tercera vez la mesa del té que había dispuesto en el jardín. Había elegido los mejores juegos de té, y los bocadillos que Red solía amar cuando era más pequeña. Algo en su interior quería creer que esas cosas pequeñas aún podrían traerles una conexión, como en los viejos tiempos.

—No está de más estar preparada, ¿cierto? —se dijo a sí misma en voz baja, casi en un susurro que se perdió en el aire del palacio.

De repente, escuchó pasos en la entrada. El corazón de Bridget saltó, acelerando de pura emoción. Se apresuró hacia la puerta principal ya antes de que pudiera imaginarlo, Red ya estaba ahí.

Red estaba cansada, probablemente después de un largo viaje desde Auradon, pero la imagen de su hija le trajo a Bridget una oleada de nostalgia y alegría. Después de todo, Bridget solo veía a la niña que solía correr por esos mismos pasillos.

Yo te amo, te amo || DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora