SEGUNDO CAPITULO

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Despertó con el sollozo del cachorro poniéndolo en alerta, el aire frío calaba hasta sus huesos, sus ojos se fijaron su bebé, su piel se veía más rosácea con el sol dando en su cuerpecito desnudo.
Alzó su camisón y notó su vientre más desinflado, pero con una curva en él. Ubicó a su bebé frente a su pezón y este empezó a amamantar por instinto. Sus ojitos aún no se abrían y sus orejas estaban encogidas sobre sí.

Trato de moverse, pero el dolor en su parte baja fue insoportable, se acomodó lo mejor que pudo; aunque el dolor fuese mucho debía moverse.

Tomo su pantalón y lo subió suavemente con un mano mientras que con la otra sostenía al cachorro, cuando terminó de amamantarlo lo cubrió con una sábana que traía en su mochila y lo recostó junto a él.

Se arrodilló tratando de no quejarse muy fuerte sintiendo un profundo dolor en todo su cuerpo mientras subía el pantalón y colgaba la mochila en su espalda para luego tomar al cachorro y levantarse.

Empezó a caminar mientras cojeaba y agarraba con fuerza al bulto en sus brazos tratando de no hacer mucho ruido.

Después de unos minutos vio a lo lejos el reflejo del agua en el tronco de los árboles y se emocionó, por fin tendría donde beber un poco de agua, podría bañarse a sí mismo y su ropa, lo único que le preocupaba era un resfriado estaba empezando a hacer bastante frío.

Al llegar pudo ver que era una pequeña laguna, acostó a su cachorro sobre una manta desgastada en el centro de las ramas de un árbol y coloco su maleta al lado para desvestirse, empezó lavando la ropa y como temió el agua estaba helada. En poco tiempo comenzaría a nevar.

Limpio sus piernas con un trapo teniendo cuidado de no lastimarse, el dolor había menguado un poco, pero era soportable.

En algún momento su mente se diluyó, lo único que podía sentir era un líquido bajando por sus piernas, sus manos se movieron por reflejo y talló sus piernas con más fuerza de la requerida, lastimándose a sí mismo.

Oyó a lo lejos el lloriqueo de su cachorro y la niebla se esfumó, viendo sus piernas rojas se arrastró hasta tomar al cachorro en brazos y así calmar su llanto. Se sentía frustrado, no debió confiar en si mismo, no debió estar tan desesperado por ser de utilidad, debió haberle hecho caso a sus padres, debió, debió...

Al sentir el aroma de su madre el cachorro calmó su llanto, pero Harry no pudo calmar el suyo, tenía heridas, más dolorosas que las físicas, su realidad se había reducido a si mismo, a su cachorro ahora. Cada que sentía que podría que por un instante el pasado se borraría de su memoria, volvía a él, sentía asco hacia sí mismo. 

Pero el ya no importaba, solo debía seguir adelante. Limpio sus mejillas con brusquedad y escurrió la ropa para que secara al sol. Se recostó junto con su cachorro con la intención de dormir, aunque sea un poco.

•••

< "No, suéltame por favor" su cuerpo estaba alejado a él, se sacudía ferozmente tratando de liberarse de las manos que lo tenían cautivo.

"Quieto" esa voz.

Las lágrimas rodaban por sí solas, sus manos seguían sobre el, aún con más ferocidad de lo que recordaba, oía sus jadeos y gruñidos, su boca forzando la suya, las mordidas, los golpes, el dolor de esa noche >

Despertó en un sollozo, su pecho subía y bajaba con fuerza, tomó el bulto de su cachorro en brazos y lo abrazo tratando de recuperar el aire perdido, sosteniéndose a sí mismo.

Cuando pudo calmarse decidió que era hora de seguir caminando, por suerte la ropa se había secado y se vistió con ella, saco un suéter que debido a su embarazo le había dejado de entrar, ahora podía volver a refugiarse en el, se lo coloco para luego sacar unas botellas vacías llenándolas con agua del lago.

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