— Hola, ¿Recuerdas cómo te llamas?
— Yo.. donde.. ¿Donde estoy?
— Estuviste un coma un año.
Sigma miraba a sus alrededores con confusión. Lo último que recordaba era ver a Dazai al fondo de una calle y correr hacia allá. Con un suave toque, rozó aquel collar que tenía desde sus catorce años, regalo característico que su novio le había dado y que nunca se había quitado.
Estaba en una habitación con vista a la ciudad, la cual se veía apagada y abandonada. Afuera habían cientos de personas con familiares siendo atendidos en el suelo, no sabía que hacía ahí.
Las enfermeras llamaron a dos números que tenían por cualquier problema, los cuales fueron el del padre de Sigma y el de Bram, pues Kunikida no puede dar el personal por el tema de su trabajo.
Había momentos en los que el padre de Sigma casi se rendía. Se quedaba mirando la cara pálida de su hijo, tratando de recordar cómo se veía antes, lleno de vida. Pero el tiempo, la desesperación, y el peso del dolor lo habían desgastado. Su hijo, su pequeño, estaba atrapado en un limbo del que no sabía si volvería.
De repente, el señor Linsi entró por aquella puerta, abriéndola de un portazo, mostrando una expresión de conmoción.
— ¿Sig? —La voz del hombre salió rota, áspera, como si hubiera olvidado cómo hablar.
No hubo respuesta inmediata, pero luego vio algo que lo hizo caer de rodillas al lado de la cama. Los ojos de su hijo, esos ojos violeta que tanto había anhelado ver, le dedicaron una suave mirada, parpadeando bajo la luz tenue de la habitación. Al principio, estaban sorprendidos, como si no comprendieran del todo dónde estaban, pero poco a poco se enfocaron en el rostro que lo miraba con una mezcla de incredulidad y esperanza desesperada.
—Papá... —La voz de Sigma era apenas un susurro, quebrada, pero viva. Esa simple palabra desgarró al padre, como si lo hubiera esperado toda su vida.
El hombre mayor llevó una mano temblorosa a la mejilla de su hijo, tocándola con suavidad, como si temiera que fuera un sueño que se desvanecería si lo apretaba demasiado. Lágrimas, que durante todo un año había intentado contener, cayeron con fuerza.
—Dios mío... Sigma... estás aquí... —Sollozó el señor Linsi, inclinándose sobre la cama, abrazando el cuerpo débil de su hijo con una delicadeza abrumadora, como si fuera el mayor de los tesoros. Su pecho se sacudía con cada respiración profunda, y cada lágrima parecía llevarse consigo el peso del año que había pasado sin él.
—Lo siento... por haberme ido —Murmuró el albino, su voz débil, entrecortada, pero llena de dolor por lo que había hecho pasar a su padre.
El hombre negó con la cabeza, aún llorando. No podía dejar que su hijo cargara con ese peso. No ahora.
—No importa, no importa... solo estás aquí. Eso es todo lo que importa —dijo el hombre mayor, su voz entrecortada. Su frente tocó la de su hijo, mientras ambos dejaban que las lágrimas fluyeran, compartiendo un dolor que al fin comenzaba a sanar.
Claro que Sigma notó el notable desprecio de su madre, le dolía. El claro ejemplo es que ni siquiera haya querido venir a verlo. Pero siempre estuvo su padre con el, el le aplaudía y clamaba tan fuerte sus logros, que no escuchaba a quienes no lo hacían.
— Si me permiten, haremos unos estudios generales. — Sonrió la enfermera, la cual estaba conmovida por aquel encuentro.
Algunas enfermeras o doctores que pasaban, se detenían a mirar a Sigma, pues era el único paciente del hospital que había estado en coma y despertó. Sigma aún no entendía cómo se durmió teniendo veintiséis años y ahora ya iba a cumplir en unos meses veintiocho.
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Caso A5158 [SIGZAI/FYOYA/SOUKOKU] Part. 3
ActionQuizá pueda volver a intentarlo.. recrear mi vida desde cero sin nadie a mi lado. ¿Podría salir bien, cierto? REMAKE!! Créditos de la portada a su respectiva autora Actualizaciones variadas Continuación de The Other Woman y The Way You Hurt.