OO8 | SUSURROS DE OSCURIDAD

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La tarde se arrastraba con una pesadez que se sentía en el aire

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La tarde se arrastraba con una pesadez que se sentía en el aire. La casa, enorme y lujosa, me resultaba cada vez más opresiva. Agnès había preparado el almuerzo, y aunque mi estómago gruñía de hambre, una parte de mí dudaba en bajar. Finalmente, el olor de la comida me atrajo, así que me dirigí al comedor.

Al entrar, la tensión era demasiada. Agnès me esperaba con una sonrisa tensa, su mirada parecía escanear cada uno de mis movimientos. Puso frente a mí un plato humeante, pero la mirada que me lanzó cuando sacó una pequeña pastilla de su bolsillo hizo que un escalofrío recorriera mi espalda. Siempre fingía tomarla; la verdad es que me deshacía de ella, como si pudiera deshacerme de sus efectos y de las intenciones de ese hombre que me sacó de ese extraño lugar donde estuve encerrada.

—Tómala —insistió, mientras yo inspeccionaba la pastilla con desconfianza.

La rabia burbujeaba dentro de mí, y mientras pensaba en el niño que había visto con él y Agnès, mi resentimiento crecía.

¿Qué pasaría si él me estaba manipulando de alguna manera?

—Si no la tomas, el señor Jeon se enojará —continuó, su voz casi temblando.

Eso fue suficiente. La furia se apoderó de mí, y no pude contenerme más.

—¡Me importa una mierda! —grité, lanzando la pastilla tan lejos como pude, sintiendo la satisfacción momentánea al ver su expresión de sorpresa y temor.

—Le puede ir muy mal por esto —Agnès se encogió, recordándome con voz temblorosa.

—¿Y qué? —repliqué, mi voz cargada de desdén—. De todas maneras, él va a deshacerse de mí cuando se canse de usarme.

Su rostro se tornó pálido y, al verla recoger el plato, salí del comedor, incapaz de soportar más su presencia.

Comencé a recorrer la casa, sus paredes antiguas parecían susurrar secretos que no estaba lista para descubrir. Era un laberinto de riqueza, cada rincón me decía que había una historia oculta detrás de cada obra de arte, cada mueble elegante. Pero ¿dónde estaba realmente? El hecho de que el hombre que me había traído aquí no me diera respuestas solo alimentaba mi inquietud.

La desorientación me invadió. Cada habitación era un recordatorio de lo poco que sabía sobre él y sobre mí misma. ¿Cuánto tiempo podría seguir viviendo así, atrapada en un lugar donde nada parecía tener sentido?

Mientras recorría la casa, el tiempo parecía disolverse en una atmósfera densa y tensa. Las paredes, cubiertas de una tapicería desgastada, tenían un aire de misterio que resultaba casi asfixiante. Cada habitación que lograba explorar por no estar cerrada con llave, estaba adornada con cuadros grandes y sombríos, cuyas imágenes me incomodaban. A pesar de mi falta de conocimiento sobre arte, no podía evitar sentir que muchos de esos cuadros transmitían un mensaje inquietante; las figuras distorsionadas y las escenas oscuras parecían tener un significado oculto que me eludía, pero que, de alguna manera, entendía en lo más profundo de mi ser.

SWEET TORTURE ➵ JEON JUNGKOOK Donde viven las historias. Descúbrelo ahora