❝Jungkook está atrapado en las garras de una maldición que lo consume poco a poco, alimentando su lujuria y desesperación. En su búsqueda por escapar de su oscuro destino, se sumerge en un peligroso juego de manipulación y poder, dispuesto a arrastr...
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El tiempo pasaba. Y si había algo que me encantaba, era poder apreciar el cambio de estaciones, pero esta vez no desde una ventana, ni desde un espacio cuadrado donde no podría salir a ver más allá. Ahora tenía una cierta libertad con la que llegaba a sentirme cómoda, que me permitía apreciar ese cambio de temporadas como las demás personas.
Todo lo que disfrutaba hoy, era gracias a ese hombre llamado Jungkook Jeon. Todo el dinero que tenía en efectivo, las tarjetas, el celular, lo que vestía cada día. Todo me lo había dado él. Si tenía una casa y comida, era gracias a él. Y algunas veces, el pensar en eso, darme cuenta de que prácticamente no contaba ni con un centavo, que no tenía nada, llegaba a provocarme cierta desesperación.
Y más hoy.
Estaba otra vez frente al hombre calvo, el cual revisaba los papeles de una carpeta amarilla. Aunque llevaba tiempo viniendo, seguía sin sentirme cómoda. Detestaba los días que debía venir, pero por más que había buscado alguna forma de que Jungkook estuviera de acuerdo conmigo de que ya no era necesario, seguía manteniendo la idea de que todavía los controles y la medicación tenían que continuar en mi vida. Y claro que no podía llevarle la contra. No me atrevía.
—¿Entonces? ¿Cómo salieron? —pregunté ansiosa, manteniendo las manos unidas sobre mi regazo.
Deseaba en mi interior que pudiera decirme lo que tanto esperaba, porque estaba segura de que solo así podría desaparecer esta ansiedad con la que cargaba hacía tiempo.
—Si lo comparamos con el control anterior, durante este tiempo solo has logrado subir dos kilos —comenzó a explicar sin apartar la mirada de las hojas—. Estaría bien que pudieras aumentar tres más para poder estar en un peso más sano, ¿me comprendes?
Asentí decepcionada.
—¿Nada más que deba saber? ¿Sigo tan defectuosa?
—Todavía mantienes ese mal hábito —Me observó con desaprobación—. No deberías tratarte de esa manera. No eres un objeto o algo así para que te creas defectuosa, Ava.
—Pero sigo sin embarazarme —mencioné notando cómo parecía tensarse al carraspear la garganta, para luego frotarse el mentón—. Creí que como mi periodo menstrual sigue sin bajar...
—Puede deberse a muchas cosas.
—La medicación, ¿verdad?
—Tal vez. Pero también los niveles de cortisol son demasiado elevados porque tu estrés está alto —apuntó, dejando los papeles sobre el escritorio—. Por lo tanto, el estrés está afectando tus hormonas.
Solo suspiré desviando la mirada, pues su respuesta no me gustaba para nada.
—Todavía sigues con lo del embarazo —mencionó volviendo a llamar mi atención—. Sigues sin hablarlo con el Director Ejecutivo, ¿verdad?
Me encogí de hombros. Quizás esperaba que pudiera decir algo que hiciera notar que estaba despertando su enfado, pero para mi sorpresa, solo soltó una leve risa.
