OO9 | EN EL UMBRAL DE LA LOCURA

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La oscuridad se adueñaba del lugar, y el frío del suelo me atravesaba como si fuera un alambre de púa

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La oscuridad se adueñaba del lugar, y el frío del suelo me atravesaba como si fuera un alambre de púa. Estaba tendida sobre la superficie dura, con la sangre brotando de mi cuello. Sentía cómo el líquido caliente empapaba mis manos y cubría mi piel con una textura viscosa que me hacía sentir como si estuviera atrapada en un sueño macabro. Miré mis dedos, ahora carmesí, mientras la vida se escapaba de mí. La visión me fallaba; todo se volvía nublado, una mezcla de sombras y luces que titilaban en la penumbra.

Mis pensamientos estaban distorsionados, atrapados en un eco de desesperación. Entonces, entre el tumulto de mi mente, escuché gritos. Gritos desesperados de un hombre que resonaban en mis oídos como una campana que repicaba, martilleando mi sentido de la realidad. Su voz atravesaba la neblina de mi conciencia, llena de angustia y miedo.

—¡No, por favor! ¡¿Por qué me haces esto?! ¡No te vayas!

Su súplica era desgarradora, y aunque sentía que mi corazón se desmoronaba ante su desesperación, no podía detenerme. La rabia me consumía. Luchaba por encontrar mis palabras, por articular el odio que me atravesaba como un cuchillo.

—Y-yo...

Era incapaz de hablar, como si cada sílaba me quemara por dentro. La visión se me nublaba aún más, luces parpadeantes se desdibujaban en la oscuridad, y el mundo a mi alrededor se desvanecía lentamente. Una presión insoportable se apoderaba de mi pecho. La desesperación en su voz resonaba dentro de mí, un eco que no podía ignorar.

—¡Por favor, no! —suplicó, su tono desgarrador aumentando en intensidad—. ¡No me dejes! ¡Te necesito!

Sus gritos resonaban en mi mente, pero solo podía pensar en el rencor que sentía hacia él. Cada gramo de odio se acumulaba dentro de mí, alimentando mi deseo de venganza, incluso mientras la vida se deslizaba de mis manos. Mi visión, un mar de luces temblorosas, se mantenía centrada en su rostro borroso. No quería ver su desesperación, no quería ver nada más que la claridad de las luces, que se convertían en una especie de guía, un camino hacia la venganza que tanto anhelaba. El rencor se acumulaba en mi pecho, tan palpable como el calor de la sangre que se deslizaba por mi piel.

La presión en mi cuello era insoportable; cada intento de hablar era un desafío, cada palabra una lucha por salir. Sentía que el aliento me fallaba, que el dolor me robaba la voz, y aun así la ira me mantenía despierta. Con cada palabra que salía de mis labios, una parte de mí se desvanecía.

Su voz se convertía en un grito ensordecedor, un lamento que me atravesaba, pero cada vez más lejana.

—¡No! ¡No te vayas! ¡No puedes dejarme así! —Su desesperación transformándose en un grito de angustia—. ¡Ayuda! ¡Por favor, que alguien me ayude!

Las súplicas se intensificaban, y mientras el eco de su voz retumbaba en mis oídos, algo en mí se resistía a ceder. La sangre no solo empapaba mis manos, sino que también sentí cómo manaba entre mis piernas, el calor de la vida deslizándose hacia el suelo. La agonía y la rabia se entrelazaban en una danza macabra dentro de mí, cada latido un recordatorio de que seguía viva, aunque deseaba lo contrario.

SWEET TORTURE ➵ JEON JUNGKOOK Donde viven las historias. Descúbrelo ahora