4. Maddie, ¿sale con alguien?

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El sonido de la puerta resonó suavemente en la casa cuando Charlie regresó. No había sido más que unas pocas horas desde que había salido abruptamente, pero para ella se sintieron como una eternidad. Tenía la mirada fija en el suelo, con una sensación de vacío que no sabía cómo llenar. Fingir que estaba bien era la única opción, aunque algo dentro de ella dolía más de lo que quería admitir.

Liv, quien estaba sentada en el sillón del living revisando unas líneas del guion de su nueva película, levantó la cabeza en cuanto oyó la puerta cerrarse.

—Charlie—la llamó suavemente, sin levantar mucho la voz. No quería asustarla.

Charlie levantó la vista solo por un momento, mostrando una sonrisa rápida y poco convincente antes de caminar hacia la cocina. Liv la siguió de cerca, notando algo raro en la forma en que se movía, como si estuviera a kilómetros de distancia, atrapada en sus pensamientos.

—¿Te sientes bien?—preguntó Liv con cuidado, observando cómo Charlie abría la nevera y sacaba una botella de agua.

Charlie asintió brevemente, sin mirarla. —Sí, solo... no me sentía muy bien y necesitaba un poco de aire. No es nada—respondió, con un tono que claramente intentaba cerrar cualquier posible conversación sobre el tema.

Liv frunció el ceño, no completamente convencida. —Si te pasa algo... podemos hablar más tarde—dijo, dejando la puerta abierta para una conversación futura, si es que Charlie lo necesitaba.

Charlie la miró por primera vez en varios minutos, y aunque había algo de gratitud en su expresión, su respuesta fue una evasión clara. —Estoy bien, Liv. De verdad—aseguró antes de dirigirse a la sala de estar.

Liv la observó por un momento antes de suspirar. Sabía que algo más estaba sucediendo, pero también sabía que presionar no era la solución. Dejaría que Charlie viniera a ella cuando estuviera lista.

Mientras tanto, Maddie había estado en su habitación, de pie junto a la ventana, mirando hacia el exterior sin realmente ver nada. Desde que Charlie había salido esa tarde, no había dejado de pensar en lo que había dicho. ¿Por qué mencionó a Diggy? ¿Por qué parecía molesta, como si todo lo que estaba sucediendo entre ellas estuviera al borde de romperse? Maddie no sabía cómo procesarlo, ni mucho menos cómo enfrentar a Charlie ahora que había regresado.

Escuchó los pasos de Charlie en la sala de estar y, por un segundo, pensó en salir y hablar con ella, pero algo la detuvo. ¿Qué iba a decirle? ¿Que no sabía qué sentía? ¿Que estaba confundida? Maddie, la chica que siempre tenía todo bajo control, ahora estaba perdida.

Al final, decidió quedarse en su habitación un poco más, fingiendo que todo estaba bien.

Charlie, por su parte, se dejó caer en el sillón, tomando un sorbo de su agua, pero no parecía disfrutarlo. Su mente estaba en otra parte, cada pensamiento volviendo a Maddie, a lo que había dicho, a cómo la había evadido, y sobre todo, a cómo se sentía cuando estaba cerca de ella. Se suponía que ser indiferente era lo correcto, pero le costaba más de lo que pensaba.

Liv, siempre observadora, tomó asiento frente a Charlie. No dijo nada, solo la miró con preocupación. Sabía que este no era el momento de presionar, pero tampoco podía simplemente ignorarlo. Charlie había cambiado, y no iba a fingir que no se había dado cuenta.

—Sabes que estoy aquí, ¿verdad?—dijo Liv con suavidad, rompiendo el silencio.

Charlie asintió lentamente, pero no dijo nada. Estaba agradecida por Liv, pero no estaba lista para hablar de lo que realmente la estaba afectando.

—Lo hablaremos más tarde—murmuró Liv, dándose por vencida por el momento. Sabía que su amiga necesitaba tiempo.

El resto de la tarde transcurrió en una calma tensa. Maddie seguía en su habitación, luchando contra sus propios pensamientos, y Charlie intentaba ocultar su propia confusión detrás de una fachada de indiferencia. Pero ambas sabían que tarde o temprano tendrían que enfrentarlo.

I WANNA BE YOURS -MADDIE ROONEY-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora