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-Toma

-seguro?

-¡Tómalas!, son para que jamás me olvides.

De nuevo escuchaba esa voz, una voz masculina que me hablaba en el tono más dulce en el que recuerdo que me han hablado, se sentía lejana y por alguna razón eso dolía, no recordaba a quién pertenecía.

-Muy bien chicos, continuaremos mañana.

La voz de la profesora se mezcló con el sonido de la campana que marcaba el fin de la sesión y el inicio del receso. Últimamente me costaba prestar atención a mis clases, hacía un tiempo que había comenzado a tener esos extraños sueños de nuevo, esos en los que alguien me llamaba; de pronto me encontré más distraído, sin apetito y con insomnio. Mis maestros me habían estado regañando mucho por no dormir bien, después de todo, la apariencia lo es todo para un actor.

Sacudí la cabeza y me levanté de mi asiento para dirigirme a la cafetería. Como siempre, los pasillos estaban atiborrados de gente, amigos hablando y jugando juntos, los chicos haciendo cosas tontas y chicas chismoseando entre sí, sus voces golpeaban mi cabeza como un martillo. Llegué a la cafetería y observé el lugar, "demasiada gente" pensé, dirigí mi mirada hacia el menú del día, había un par de opciones que me agradaron, pero en cuanto observé la enorme fila de alumnos esperando para obtener sus comidas rápidamente me deshice de la idea de obtener un poco. Caminé hacia las máquinas expendedoras, compré un par de onigiris de atún y un jugo de manzana, estaba a punto de irme hasta que observé unas patatas adobadas, se me antojaron bastante así que compré unas. Cuando estaba dispuesto a marcharme mi cabeza chocó con la espalda de un chico, él se dio la vuelta y me miró sorprendido, era alto y moreno, y su cabello estaba bien peinado, lo observé por unos segundos en los que mi mente vagó por sus perfectas facciones faciales hasta que lo vi sonreír, sus mirada sobre mi y la forma en la que se formaron unos hoyuelos en sus mejillas al sonreír me sacaron de mis pensamientos bruscamente, mi cara se puso ligeramente roja e inmediatamente hice una reverencia.

-¡Lo siento mucho!

Su sonrisa se hizo más grande y me habló con voz tranquila.

-No te preocupes.

Mi cuerpo se relajó al escucharlo, me reincorporé y pude observar la forma linda en la que sus ojos se entrecerraban cuando sonreía.

-¿Eres Yang Jungwon, cierto?

-Si, ¿Cómo lo sabes?

-Vamos en la misma clase.

-Oh, lo siento, creo que nunca te había notado.

-Lo sé, no sueles hablar con nuestros compañeros. Sin embargo, yo si te he visto, eres muy bueno con tus expresiones faciales, siempre me sorprende lo bueno que eres cuando actúas.

-Gracias...

Mis mejillas se ruborizaron un poco al escuchar su cumplido.

-¿Siempre comes solo?

-Si

-Me sorprende. Eres muy guapo, apuesto a que muchas chicas quieren comer contigo.

-Jaja, no lo creo, ya lo habrían hecho.

-Cierto, ¿Pero sabes qué? Ellas se lo pierden.

Sonreí, me hacía sentir extraño la manera en la que me hablaba, era tan natural, como si no le costara ni un poco hablar conmigo.

-Por cierto, ¿Cómo te llamas?

-Soy Lee Heeseung, mucho gusto.

-Mucho gusto.

BLUE FLOWERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora