2. forgive me, father, for i have sinned

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Mandamiento número 9: No tolerarás pensamientos o deseos impuros

Pensamientos y deseos impuros es lo único que ha estado en la mente de Max por semanas.

Le había prometido al Padre Sergio que volvería la siguiente semana, olvidándose completamente que tenía que volver al trabajo, dos carreras seguidas que lo mantendrían lejos de su hogar y, peor aún, lejos de Sergio.

Esta distancia solo sirvió para empeorar su capricho por el mexicano, las imágenes inapropiadas que su mente creaba pasaron de ser ocurrentes a recurrentes, constantes, y ahora Checo se le empezó a aparecer en sueños, sueños de los cuales Max despertaba con una erección o con su ropa interior manchada cual adolescente en plena pubertad. Era vergonzoso, pero por suerte lo podía mantener un secreto.
No podía detener su corazón de dar un salto cada vez que recordaba que su madre le comentó que el Padre preguntó por él, iluso pensando que tenía una oportunidad con el hombre, que esto significaba que su interés era mutuo, cuando lo más probable era que no fuera así.

Necesitaba regresar, necesitaba volver a verlo.

Por eso apenas terminó el gran premio, hizo sus maletas y compró un boleto para el primer vuelo disponible a Países Bajos, le dio una excusa al equipo sobre sentirse nostálgico y extrañar a su familia para que lo dejaran ir sin rechistar.

Su mamá lo recogió en el aeropuerto apenas aterrizó.

— El Padre Sergio volvió a preguntarme por ti. — comentó su mamá, haciendo el corazón de Max acelerarse. — Me pidió que te diera los horarios del confesionario.

Oh, dios, no, Sergio sabe todo.

No, espera. El medio segundo donde Max temió por el bienestar de sus secretos se desvaneció cuando recordó su primer encuentro con el Padre, que había sido precisamente frente al confesionario.

— Claro. — dijo Max, con fingida naturalidad, antes de que la conversación se moviera a otros temas.

Su plan era ir a la iglesia apenas llegara a casa de su madre a dejar sus cosas, pero el cansancio de un viaje largo y la falta de descanso después de la carrera le llegaron de golpe. Cayó completamente dormido apenas se recostó en el sillón, lo último que pudo registrar fue la dulce risilla de su mamá.

Cuando despertó unas horas después, notó que el sol ya se estaba ocultando, se talló la cara con las manos para deshacerse del cansancio que todavía decoraba su rostro antes de notar sobre su brazo, pegado con cinta, un papel. Una nota, con la letra de su madre.

Confesionario
10am - 11am
1pm - 2pm
5pm - 6pm
9pm - 10pm

Max sacó su celular para ver la hora. 6:54 pm. Ya no alcanzaba a ir a menos que fuera en la noche. Max tomó esa decisión, era más conveniente y le daba tiempo a cenar algo y prepararse para ver al hombre de sus sueños.

Y así hizo, después de una rica cena y una ducha, con el reloj marcando las 8:40, salió de su casa en dirección a la iglesia, sin darse cuenta de lo rápido que había caminado hasta que notó que recorrió en 10 minutos lo que suele recorrer en 20. Se tomó unos pocos segundos para admirar el edificio bajó la noche y la luz artificial de las calles, antes de dirigirse directamente hacia aquella banca familiar mientras esperaba a que diera la hora.

Ni siquiera sabía exactamente por qué estaba yendo. Quería ver a Sergio, sí, pero podía hacer eso en otras maneras, no tenía por qué ir a confesarse. ¿Confesar qué? No sabía qué iba a decir, ¿Que le respondió feo a Daniel la semana pasada? ¿Que se robó una galletita de la recepción de Sauber? Un hombre no busca un confesionario en la noche, sin nadie alrededor, solo para confesar el robo de una galleta.

Blasfemia | Chestappen VersionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora