Capítulo 3.

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Una vez que salieron de migración, Joe se puso una gorra y lentes oscuros, apartandose un poco junto a su abogado.

—Mike, de verdad, gracias por venir.

—No hay problema, aunque bien sabes que esto aún no termina, Derek va a querer matarte cuando se entere del problema en el que te metiste.

—Ni me lo digas —suspiró pesadamente al pensar en la reunión y regaño que le esperaba por parte de su agente.

—Por ahora, lo mejor será que vuelvas a Cincinnati, ahí al menos estás relativamente menos expuesto, pero recuerda que la debes llevar contigo.

—Mike, ella es una completa extraña —recordó con desesperación.

—Vamos, Joe, es una chica inofensiva.

—Eso no le quita lo extraña.

-—Mira, como tu abogado y miembro de tu equipo de relaciones públicas, te advierto que es más peligroso un escándalo legal, que uno personal. No sabemos qué intenciones pueda tener esa chica, pero si se siente amenazada puede irse en tu contra con el argumento de la ilegalidad.

—Vale, tengo que estar cerca, eso ya me quedó claro, pero no puedo llevarla a mi casa como si nada.

—Pero tampoco puedes exponerte, si quieres no la lleves a Cincinnati, pero al menos debes estar en Ohio.

—De acuerdo, lo tendré en cuenta, y de nuevo, gracias por todo.

—No hay de qué.

—Ya hablé con Alexis, al parecer todos se han quedado aquí a esperar —dijo Andy en cuanto salieron.

—¿Y qué les vamos a decir? Si mi querido esposo nos ha hecho firmar un contrato de confidencialidad en el que se estipula que nadie puede saber sobre nuestro matrimonio.

—A Alexis no podemos mentirle, pero a los demás sí.

—Dios ¿Y qué hare con mis padres?

—Nos vamos a encargar de eso, lo prometo.

—Andy, ¿Por qué me sigues ayudando?

—Porque prácticamente es mi culpa que hayas terminado en esta situación.

—Tú no me diste el alcohol, ni mucho me llevaste al estupido registro civil.

—Lo sé, pero sí te presione para venir al viaje, por mi culpa peleaste con tus padres y mira cómo terminó.

—Aquí el único culpable es Hugo, de no ser por su carisma y poder de convencimiento, me habría quedado en el hotel en lugar de salir.

—Ya no hay que buscar culpables, ya las cosas están hechas.

—Andy, por favor, no me dejes sola con ese tipo.

—Pensaremos en algo.

Escucharon que alguien se aclaró la garganta y ambas voltearon.

—Jennifer, ¿Cierto? —preguntó Joe.

—Sí.

—Lo estuve pensando y creo que tenemos que hablar a solas, ¿Por qué no vamos a cenar?

—Yo...

—Sé que estás nerviosa y no te culpo, yo también lo estoy, cenemos aquí en el aeropuerto.

La chica miró a su amiga y esta asintió.

—Esta bien.

—Ve con él, yo buscaré a los demás y los enviaré de vuelta a casa.

¡A LA MEXICANA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora